La red ferroviaria metropolitana de Buenos Aires suele ser ponderada por los especialistas como un activo a preservar y potenciar. Y prácticamente todos los analistas le otorgan un lugar de privilegio en cualquier proyecto de reestructuración de la red de transporte del área metropolitana.
Las estadísticas de boletos vendidos fueron, durante largos años, un indicador bastante poco fiel respecto de la realidad de la red. La laxitud o nulidad en los controles, estaciones antiguas o en obra a las que se podía acceder con facilidad sin pagar y hasta la ausencia de molinetes se combinaban para facilitar un alto porcentaje de evasión. Cualquier comparación con cifras de años anteriores resulta, por esto, inútil.
Pero de un tiempo a esta parte, con el advenimiento de los molinetes, la paulatina terminación de las obras de reforma de estaciones, y un mayor control, la situación empieza a cambiar. Esto no implica, desde luego, que no estén “contaminadas” por apertura reciente de estaciones modernizadas, cierres parciales, servicios limitados por obras y otras afectaciones, pero ya comienzan a constituir un termómetro más representativo de la realidad.
En 2018, la red metropolitana (excluyendo al Tren de la Costa) vendió 422.706.400 boletos. De esa cifra, casi el 38% es responsabilidad exclusiva de las diez estaciones más utilizadas de la red.
De mayor a menor, las estaciones que más boletos vendieron en 2018 son Plaza Constitución (50.431.523), Once (19.875.996), Retiro Mitre (16.512.192), Lomas de Zamora (13.150.565), Merlo (11.272.582), Morón (11.036.694), Lanús (10.751.115), Moreno (10.069.483), Federico Lacroze (9.878.644) y Glew (7.551.128).
De esas diez, cuatro pertenecen a la línea Roca y cuatro a la línea Sarmiento, las dos más demandadas de la red, mientras que las restantes dos pertenecen al Mitre y al Urquiza.
Analizando las cifras de ferrocarriles no sorprende que las dos líneas de Subte cuya demanda creció en mayor medida el año pasado sean la H (+24%) y la C (+15,2%). Justamente, son aquellas que poseen estaciones de combinación con las tres terminales ferroviarias más utilizadas.
En este sentido, no es descabellado pensar en un potencial “derrame” de pasajeros del ferrocarril sobre la línea E una vez que esta llegue a Retiro, lo que está previsto para mayo próximo. Hasta ahora, esa línea es la única que no toca ninguna estación ferroviaria a lo largo de su recorrido, lo que acaso explique en parte su histórica posición como la menos utilizada de la red.
La entrada de las estaciones Lomas de Zamora y Lanús en los puestos 3° y 6° tampoco sorprende: desde hace varios años que se cuentan entre las más utilizadas de la red, merced a la densificación de sus áreas de influencia a lo largo de los más de 30 años de operación de la línea Roca electrificada. La reciente decisión de que los servicios “directos” de la línea Roca efectúen parada en ambas estaciones debe analizarse en este sentido.
Algo similar ocurre con las estaciones Merlo, Morón y Moreno, que ocupan los puestos 4°, 5° y 7°, respectivamente, en cantidad de boletos vendidos. La línea Sarmiento, auténtica columna vertebral del transporte del oeste del Conurbano, viene recuperándose desde hace varios años de la degradación a la que fue sometido su servicio por la antigua concesionaria TBA. Amén de las mejoras en infraestructura y el recambio de flota, la reciente implementación de servicios directos y cortos por parte de Trenes Argentinos Operaciones también debe leerse como un esfuerzo para intentar brindar un mejor servicio a las estaciones de mayor demanda.
Quizás una de las pocas “sorpresas” de las cifras de 2018 es la aparición de la estación Federico Lacroze en el ranking. La terminal de la línea Urquiza (que en general es apenas la 5° línea más utilizada de la red) experimentó un fuerte crecimiento el año pasado debido al cierre del tramo Villa del Parque – Retiro de la línea San Martín por las obras del viaducto.
Esto explica no sólo su inclusión en el “top 10”, sino también la ausencia de las estaciones de la línea San Martín (la estación Retiro de esa línea, por ejemplo, suele vender por encima de los 7 millones de boletos anuales).
A diferencia de lo que ocurre con la relación entre las estaciones Constitución, Once y Retiro con las líneas H y C, el impacto del incremento de pasajeros del Urquiza sobre la línea B parece haber sido más bien marginal: el año pasado, la línea B vio incrementada su demanda en apenas un 4,2%. Esto podría tener vinculación con las malas condiciones de servicio de la línea B, que desde hace años viene experimentando una crisis de material rodante, agravada por el fiasco de la flota usada CAF 6000 y el prematuro retiro de los CAF 5000 por causa de la crisis del asbesto. Tal es la magnitud de la crisis que Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) ya estudia cambiar la totalidad de la flota a mediano plazo.