En 2020, el Subte de Buenos Aires transportó a 73.977.194 pasajeros pagos, lo que representa una caída del 77,3% con respecto a 2019. En ese año, la red había transportado a 326,4 millones de pasajeros pagos.
La merma en la cantidad de pasajeros transportados fue relativamente uniforme en todas las líneas, registrándose las mayores pérdidas en la línea C (-79,1%), la línea D (-77,9%) y las líneas A y B con cifras que se ubican en torno al promedio de la red (-77,4%).
Por debajo del promedio, las líneas que mejor aguantaron la caída fueron el Premetro (-70,2%), la línea E (-74,2%) y la línea H (-75,5%).
El año pasado fue, para la red, el peor año de los últimos 27: durante 2020 hubo la mitad de pasajeros pagos transportados que en 1993 -último año de la administración estatal, en el que los controles de evasión fueron extremadamente laxos-, que hasta ahora era la cifra más baja registrada.
El impacto de la pandemia y la evolución de la demanda
La causa principal detrás de la extraordinaria caída en las cifras durante 2020 es la pandemia de COVID-19.
Tras un enero y un febrero relativamente normales -aunque con merma respecto a 2019-, la cantidad de pasajeros pagos transportados cayó a la mitad en marzo por efecto del teletrabajo, la suspensión de clases presenciales y, fundamentalmente, tras la implementación del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) a partir del 20 de marzo. Esta medida estuvo acompañada, además, de la clausura de numerosas estaciones de la red.
Tal como informó entonces enelSubte, la caída se profundizó aún más en abril, el primer mes completo de cuarentena. A pesar de la reapertura de 11 estaciones que habían quedado clausuradas tras la implementación del ASPO, abril fue el mes en el que menos pasajeros viajaron en Subte en todo el año: apenas un 3% de lo habitual.
A partir de mayo, conforme fueron siendo habilitadas actividades por nuevas fases de la cuarentena, las cifras de pasajeros comenzaron a recuperarse muy lentamente, registrándose cifras de entre 1,2 millón y 1,5 millón en los meses de mayo, junio, julio y agosto. Con todo, debe advertirse que esta “recuperación” fue más que relativa: como destacó entonces este medio, se trata de cifras cercanas a la cantidad de pasajeros de un día hábil normal anterior a la pandemia, pero registradas en todo un mes.
Una vez pasado el invierno y transcurrido el pico de casos de la pandemia, la recuperación de la cantidad de pasajeros se aceleró a partir de septiembre: ese mes viajaron 2 millones de pasajeros pagos, cifra que aumentó a 2,5 millones en octubre y a 3 millones en noviembre.
Tras el fin del ASPO en el AMBA y el inicio de la etapa del distanciamiento social (DiSPO), medidas tomadas ante la disminución de casos de COVID-19, la recuperación de pasajeros del Subte registró una nueva aceleración en diciembre, superándose los 4 millones de usuarios pagos transportados. La cifra sigue siendo modesta en comparación con épocas normales, pero debe ser puesta en perspectiva: es el quíntuple que en el mes de abril. A esto contribuyó, además, la decisión de reabrir otras cinco estaciones que permanecían cerradas desde marzo a partir del 21 de diciembre.
Balance
Aún en la etapa del DiSPO, el uso del Subte, al igual que el resto del transporte público del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), se encuentra reservado a trabajadores esenciales y exceptuados, que se encuentren en posesión del Certificado Único Habilitante de Circulación (CUHC).
Esto es meramente una formalidad: el control, salvo en estaciones puntuales de la red, es prácticamente inexistente, y aún donde se realiza, es laxo. Esto no es privativo del Subte: la afirmación vale también para el resto de los modos de transporte del Área Metropolitana.
Las cifras de pasajeros pagos transportados durante 2020 reflejan una sostenida recuperación en el uso del Subte en comparación a los primeros meses de la pandemia, especialmente una vez transcurrido el pico, y una aceleración de esta tendencia a partir del fin del ASPO.
Tal como informó entonces enelSubte, esta tendencia pudo observarse también en otros modos. Esto refleja no solamente que el uso del transporte público acompaña la disminución de los casos y la autorización de nuevas actividades, sino también es representativa de un cierto relajamiento social y una disminución del temor al contagio en el transporte público que se había registrado al inicio de la pandemia.