28 marzo 2024

Nueva York tira coches viejos al mar para formar arrecifes

Forma parte de un programa de arrecifes artificiales de la Autoridad de Tránsito Metropolitana. Se espera aumentar la biodiversidad de los océanos estadounidense, pero las organizaciones ecologistas se oponen.

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Un centenar de coches de la red de subterráneos de la ciudad de Nueva York fueron arrojados al mar en los últimos días con el objetivo de consolidar arrecifes de coral en el mayormente arenoso lecho marítimo de las aguas territoriales estadounidenses.  Este procedimiento se desarrolló en las costas de los estados de Delaware y Carolina del Sur,  a donde los coches fueron trasladados en una barcaza equipada por una grúa para empujarlos a las aguas del Océano Atlántico. Previo a su descarte se les quitaron todos los materiales que pudieren ser reciclados o que resultaren dañinos al ambiente como plásticos, equipos eléctricos, vidrios y lubricantes.

El fotógrafo Stephen Mallon registró con su cámara el proceso de descarte de los vehículos en su llegada a su nuevo hogar.

Esta no es la primera vez que coches radiados encuentran este destino en los Estados Unidos.  Entre 2001 y 2003, la Autoridad de Tránsito Metropolitana de Nueva York hundió 714 unidades de los trenes conocidos popularmente como “Redbirds” por su característica librea color rojo.  Estos habían sido fabricados entre 1959 y 1961 por la American Car & Foundry (modelos R26 y R28) y entre 1962 y 1964 por la St. Louis Car (modelos R29, R33 y R36).  Los coches, depositados a unos 26 kilómetros de la costa de Delaware, atraen a los peces ya que les proveen refugio frente a los depredadores mientras los mejillones, cangrejos y camarones colonizan rápidamente las estructuras.   Se calcula que este y otros arrecifes ferroviarios, que hasta la fecha acumulan unos 2300 coches, aportan unos 200 millones de dólares anuales adicionales a la industria pesquera gracias a la diversidad de especies que habitan en ellos.

Sin embargo, organizaciones ecologístas como Clean Ocean Action presentaron una demanda judicial en el estado de Nueva Jersey para impedir que los vehículos fuesen depositados en el fondo del mar alegando que contaminarían las aguas.  Tras ocho años de litigio y estudios ambientales mediante, las cortes finalmente autorizaron a desechar las unidades en el estado, aunque para ese entonces la mayoría de los Redbirds ya descansaban en Carolina del Sur y Delaware.

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