Entre fines de 1989 y principios de 1990 la Argentina transitaba los aciagos meses de la segunda hiperinflación. El costo de vida en el mes de diciembre había ascendido un 40,1%, unas diez veces más que las ya elevadas cifras actuales.
Los Ferrocarriles Argentinos también atravesaban una época dura: en la primera semana de 1990 el gobierno de Carlos Menem, que llevaba entonces unos pocos meses de gestión, puso en marcha un plan de “racionalización” ferroviaria, que conduciría a la desaparición de los trenes de larga distancia, la privatización de prácticamente toda la red y despidos masivos entre el personal.
En este contexto, el 4 de enero de 1990 Ferrocarriles Argentinos inauguró dos nuevos servicios que tenían como destino el Mercado Central. El objetivo de estos servicios (bautizados como “Tren de la Economía”) era ayudar a paliar la grave situación económica: a través del tren, los consumidores podían trasladarse al Mercado Central de Tapiales en busca de productos más baratos.
Los trenes llegaban directamente al interior del Mercado Central, que había sido dotado de sendas conexiones ferroviarias de trocha métrica y ancha.
El servicio de las líneas San Martín/Roca partía desde la estación Caseros, circulaba por el ramal Caseros – Haedo (de vía simple), paraba únicamente en Haedo y continuaba viaje por las vías del ramal Temperley – Haedo hasta tomar el desvío del Mercado Central. Contaba con dos frecuencias diarias por sentido (una por la mañana y otra por la tarde) y el viaje entre cabeceras duraba 50 minutos. El servicio se prestaba con un cochemotor Fiat 7131, popularmente apodadas “Chanchas”.
El servicio del Belgrano Sur, en tanto, partía desde la estación Buenos Aires, tenía una parada intermedia en Tapiales y continuaba al Mercado. Al igual que el anterior, tenía dos corridas diarias por sentido y el viaje insumía unos 45 minutos. En este caso, el servicio se brindaba con una formación convencional: locomotora y coches remolcados.
Una particularidad era que ambos servicios estaban diagramados de forma tal que “esperaban” unas dos horas a los pasajeros para que hicieran sus compras.
La tarifa era de 180 australes de ida o 340 australes ida y vuelta, es decir, unos 10 centavos de dólar de la época la ida o 20 centavos ida y vuelta. De esta manera, destaca Jorge Zatloukal, se “evitaban a la comunidad trasbordos entre diversos modos de transporte y elevados presupuestos en boletos y tiempos de viaje y espera”, a la vez que se “bajaban costos y se protegía a los consumidores de los incrementos de la canasta familiar”.
Los “Trenes de la Economía”, sin embargo, tuvieron corta vida. Poco tiempo después, en una fecha que no se ha podido precisar, fueron suprimidos. A esto contribuyó decisivamente el hecho de que corrieran pocas veces por semana (fundamentalmente los días sábados, según recogen diversas crónicas) y el citado plan de racionalización, que barrió con todos los servicios no esenciales.
Actualmente, llegar en tren al Mercado Central es posible desde la estación Ingeniero Castello (Belgrano Sur ramal González Catán) y desde los apeaderos Kilómetro 12 (del suspendido ramal Puente Alsina – Aldo Bonzi) y Agustín de Elía (línea Roca ramal Temperley – Haedo).
El Mercado Central y los trenes de carga
La construcción del actual Mercado Central se había decidido en los años 60 y recibió un gran impulso a principios de los años 70. Sin embargo, no fue hasta después de la recuperación democrática que el recinto pudo ser inaugurado.
En la decisión del emplazamiento en Tapiales había pesado con fuerza la ubicación privilegiada respecto de la red ferroviaria. Con relativamente bajas inversiones el mercado quedaría vinculado a la red de trocha métrica (Ferrocarril Belgrano) y de trocha ancha (Roca, con vinculaciones al Sarmiento y el San Martín), las dos más extensas del país. Así, se proyectaba, se facilitaría el transporte de mercancías y se ayudaría a abaratar los precios de los productos, tal el objetivo de la creación del Mercado Central.
Sin embargo, el desvío ferroviario al Mercado Central fue pocas veces empleado. Amén de los “Trenes de la Economía”, los intentos de utilizarlo para transportar mercancías fueron más bien espasmódicos y, si bien despertaron la atención de los medios, no se sostuvieron en el tiempo.
Ejemplos de esto ocurrieron en diciembre de 2014, cuando una formación de Ferrosur Roca ingresó con 250 toneladas de fruta del Alto Valle del Río Negro almacenada en contenedores refrigerados, y en mayo de 2015, cuando otro convoy, en este caso de la estatal Trenes Argentinos Cargas (línea San Martín), ingresó con productos envasados, entre ellos, botellas de tomate triturado.
Para poder activar el desvío debieron realizarse algunas obras de reacondicionamiento de vías y desmalezamiento del área. Aunque deteriorada, la infraestructura está todavía allí y en condiciones de ser utilizada con mínimas inversiones.
Fotografía principal publicada originalmente por Portal de Trenes