Grafiti sobre grafiti: un joven pinta con aerosol sobre otro grafiti hecho con látex en la estación de Constitución (22 de marzo).
El flagelo del vandalismo es un fenómeno que afecta en forma indistinta a todas las redes de transporte masivo del mundo. En algunas, a fuerza de reforzar la custodia, mejorar la seguridad de las instalaciones y grandes gastos de limpieza, el fenómeno es prácticamente imperceptible. En otras, como Buenos Aires, donde la limpieza puede llegar a demorar años, la presencia de instalaciones deterioradas por deficiencias en el mantenimiento y la vandalización de las mismas es una constante.
Recientemente, Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) informó que había dado término a las tareas de limpieza de grafitis en los trenes de la línea E, completando un proceso iniciado a mediados del año pasado que se había iniciado en la línea B. En la línea C, en tanto, las tareas de limpieza se encuentran en pleno desarrollo. Los trabajos de remoción de grafitis son altamente costosos. La aplicación del producto, informó SBASE en enero pasado, insume unos 30.600 pesos por coche. Esto implica que en una formación típica de seis coches como las que circulan en las líneas B, C y D, la limpieza cuesta 180.000 pesos por tren. Es decir, entre dos y cuatro millones de pesos por línea.
Tales gastos tienen sentido cuando se trata de una limpieza a realizar por única vez, tal como se planteó originalmente. No obstante, la red presenta enormes lagunas y deficiencias en cuanto a seguridad, razón por la cual continúan siendo habituales las intromisiones de grupos (crews) de grafiteros. Las líneas más expuestas son las C y E. Es habitual la realización de pintadas en estaciones como Constitución, Bolívar, Varela o el taller San José, sobre todo en horarios nocturnos de fines de semana y feriados. Las que parecen salvarse, por ahora, son las líneas A y H, mientras que en las B y D, luego de completada la limpieza, han vuelto a aparecer pintadas inclusive sobre la nueva identidad gráfica desplegada por el GCBA.
CAF 5000 grafitado en la terminal Juan Manuel de Rosas, fotografiado el viernes 4 de abril.
Nueva y reciente pintada sobre este Materfer de la línea D. Ya luce el nuevo logotipo, por lo que la fotografía es reciente. Observar los zócalos de la unidad, donde se ven restos de un grafiti anterior.
Pero no sólo la remoción de los grafitis cuestan a los contribuyentes porteños una enorme cantidad de dinero. Muchas veces el accionar de las bandas viene acompañado de la sustracción de uniformes, elementos de las cabinas de los trenes, matafuegos reglamentarios e inclusive documentación de los talleres que hace las veces detrofeo en la compleja psicología de los rebeldes sin causa.
Hasta aquí los daños materiales. Las cosas toman otro cariz cuando involucran acciones de violencia física contra los empleados del Subte, ya sean personal de seguridad o de los talleres. En algunos casos, trabajadores han denunciado encerronas, golpizas recibidas con barretas o palos e inclusive la amenaza con armas blancas. Naturalmente, no todos los grafiteros comparten dicha metodología. Quienes cuentan con más años en el oficio, si puede decirse, generalmente rechazan estos métodos que aplican los novatos o toys, como los llaman en la jerga grafitera.
Al mismo tiempo que La Razón difundía la comunicación oficial del GCBA acerca de la finalización de limpieza en los trenes de la línea E, la semana pasada la estación Varela fue atacada, como también varias formaciones, incluyendo algunas que habían sido ploteadas por haber salido recientemente de Reparación General en los talleres de Constitución.
Tras el feriado largo del 24 de marzo, la estación Varela de la línea E apareció vandalizada.
Las estaciones, muchas de ellas encuadradas dentro de la categoría de Monumento Histórico Nacional por el valor de sus murales y alicatados, también se han visto expuestas al vandalismo. En abril del año pasado grafiteros atacaron un sábado al mediodía el andén sur de Diagonal Norte. En marzo de este año la situación se repitió en el alicatado de la estación Palermo de la línea D, también Monumento Histórico.
La estación Palermo, Monumento Histórico Nacional, vandalizada.
Urge que el Gobierno de la Ciudad tome medidas preventivas y efectivas para evitar que este tipo de acciones vandálicas continúe propagándose y costándole dinero a todos los contribuyentes. Los bienes del Subte y la integridad física de su personal deben ser protegidos. Mientras tanto, de poco sirve recurrir a un house organ para difundir acciones de limpieza cuando los mismos coches que salen repintados son vandalizados a los pocos días.
USUARIOS REPORTARON “OLOR NAUSEABUNDO” EN LA ESTACIÓN MORENO
Pasajeros del Subte reportaron a través de las redes sociales su malestar por el “nauseabundo olor” que invadió la estación Moreno de la línea C durante el pasado jueves. Según consignó SBASE, el hedor provino de la aplicación del producto para remoción de grafitis. “Es natural y de fabricación nacional”, aseguraron.
Si observaste grafitis en el último tiempo, envianos tu foto a participar@enelsubte.com