El Estado francés ordenó la compra de quince nuevos trenes TGV con el objetivo de evitar la clausura definitiva de una planta de Alstom. El salvataje fue decidido por el gobierno de ese país luego de que la empresa anunciara que los 450 empleados que allí trabajan serían despedidos para 2018.
El contrato, formalmente una ampliación de un pedido anterior, contempla una inversión de 400 millones de euros en la compra de trenes del modelo Euroduplex Océane, con capacidad para 556 pasajeros cada uno.
Si bien originalmente se había planteado que las 15 formaciones circularían no por líneas de alta velocidad, sino por ramales convencionales (con velocidades máximas de hasta 200 km/h), como la línea Burdeos – Marsella, la idea fue finalmente abandonada y los trenes correrán en el ramal Sud Europe Atlantique, entre París y Burdeos, que comenzará a operar en julio próximo.
La propuesta inicial había sido calificada como “totalmente incoherente” por la SNCF, la empresa ferroviaria nacional francesa. El nuevo plan contempla que las nuevas unidades reemplacen a los TGV más antiguos, muchos de los cuales datan de la década del 80, que serán reformados y vueltos a poner en servicio.
“Esta es una muy buena noticia para nuestras plantas en Francia, especialmente para Belfort y La Rochelle. Este nuevo tren presenta muchas ventajas para el operador ferroviario, especialmente por su alta capacidad de transporte”, explicó días atrás el CEO de Alstom Francia, Jean-Baptiste Eyméoud.
La empresa (de la que el Estado francés mismo es accionista mayoritario) había anunciado que la fábrica iba a cerrarse debido a la baja demanda de pedidos de material rodante por parte de la SNCF. La planta está ubicada en Belfort (Región de Borgoña-Franco Condado), en el este del país, muy cerca de la frontera con Suiza.