Mucho se ha escuchado por parte de los políticos en campañas electorales, e incluso por los funcionarios de turno, sobre las inversiones en materia de transportes y en particular en subterráneos. De todo lo hablado, sólo se ha concretado una pequeña porción. Buenos Aires avanza a pasos agigantados en lo que respecta al uso del transporte público, pero la inversión no acompaña ese crecimiento. Además, se prioriza hace años la ampliación de la red de subtes por sobre el estado de la red actual, producto de antiguas disputas entre la Ciudad y la Nación por el control de los subterráneos.
Con todo, la inversión actual en infraestructura del Subte es mayor a la registrada en otras épocas, donde han pasado décadas enteras sin inaugurar una sola estación. Ocurre que desde la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, todos los gobiernos desde el primera elección local han sabido mantener una política de Estado en este tema, por más de que su aplicación haya sido en ocasiones lenta y despareja. Hoy, con una Ciudad que inaugura su primer línea de subtes en 63 años –realizada integramente con sus recursos– y con otras 3 obras más en marcha, se podría decir que se intentan revertir años de atraso en la materia.
Buenos Aires tiene varias tareas pendientes, empezando por la concreción de la ley 670 de subtes, que prevé la construcción de las líneas F, G e I, y la finalización de la línea H actualmente en marcha. Además, queda pendiente efectivizar un decreto del ex presidente Menem de 1999 para la vuelta de los subtes a la Ciudad, lo que implicaría el poder total sobre un transporte que no corresponde al Estado nacional ya que no atraviesa límites interjurisdiccionales. El mismo Carlos Menem fue quien le retiró la jurisdicción a la Ciudad al quitarle la responsabilidad de la operación a SBASE y entregar en concesión la red a Metrovías.
El gobierno que asumirá el próximo 10 de diciembre, con Mauricio Macri a la cabeza, comienza con promesas que no suponen ninguna innovación: aceleración de la expansión de la red de subtes y mejora en el transporte público. Macri prometió días antes de los comicios locales una fuerte inversión en los subtes y el reclamo por la autonomía. Días después de resultar ganador de las elecciones, comenzó las gestiones para el traspaso de dicho servicio, para luego viajar a España con intenciones de conseguir importantes créditos exclusivamente para la ampliación de la red. A su regreso, anunció que habría conseguido con éxito unos 7.000 millones de pesos con ese fin.
El prometido crédito español no está aprobado y el más prometido traspaso del subte a la Ciudad no ha sido concretado. Nada nuevo bajo el sol, comprensible por otro lado considerando que Macri aún no ha asumido en la Ciudad. De todos modos, ya antes se han hecho gestiones sin éxito para conseguir voluminosos créditos y desde hace casi 10 años atrás se viene anunciando el nunca realizado retorno del subterráneo al ámbito de la Ciudad.
Una fuente allegada al macrismo afirma que “el eje de la gestión de Macri estará basado en una fuerte inversión en los subtes” y que “ya estarían trabajando en la transición de las autoridades de la empresa estatal Subterráneos de Buenos Aires”. En la misma línea, otra fuente asegura que el actual presidente de SBASE Edgardo Kutner “tiene los días contados” en el cargo y están barajándose nombres para sucederlo. “Estamos analizando algunas propuestas. Aún no se sabe nada concreto, pero está el objetivo de renovar todo el directorio de la empresa”, aseguran en el entorno de Macri.
Kutner preside el directorio de Subterráneos de Buenos Aires S.E. desde mediados de 2002, pero su gestión ha sido caracterizada por una notable inacción, a diferencia de directorios anteriores. Incluso, días atrás se ha podido constatar que el único miembro del directorio que alcanzó a levantar la voz con denuncias contra la actual administradora de la red, Metrovías S.A., ha sido desplazado de la entidad. La tendencia de SBASE en estos últimos años ha sido una línea hermética y conservadora que reacciona y se da a conocer mediante obras y gestión sólo cuando el jefe de Gobierno así lo dispone y marca el camino.
Aunque hasta ahora no exista nada concreto los vientos ya no están calmos en Subterráneos de Buenos Aires. La reforma del directorio de la entidad inquieta a más de un funcionario y no es el único cambio que viene. Resurgen los rumores sobre el pronto inicio de la construcción de la línea F, que comienza a sonar como “la obra de Macri”. Se menciona que se comprarían o alquilarían al exterior máquinas tuneladoras –también conocidas como tuneleras–, que son usadas para la construcción de subterráneos en las principales ciudades del mundo al permitir acelerar fuertemente los plazos de la construcción de túneles.
De hecho, podría adquirirse más de una tuneladora. Macri tiene planeado construir en 4 años otra obra demorada en el tiempo: los canales alternativos al arroyo Maldonado. Esta millonaria obra sería afrontada también con créditos del exterior, y constaría de dos túneles paralelos al arroyo, de unos 7 metros de diámetro cada uno. El túnel principal tendría unos 10 kilómetros de extensión, mientras que el secundario sería de aproximadamente la mitad de esa longitud.
Lo único pendiente en lo cual aún no se han pronunciado en el macrismo es qué harán si Buenos Aires recupera el Subte. Macri nunca ha cuestionado a Metrovías –sí a la situación del transporte en abstracto– y sus legisladores no fueron los más activos en la materia. Por lo pronto, el poder de policía en manos de la Ciudad permitirá que Subterráneos de Buenos Aires y el Ente de la Ciudad controlen y multen a Metrovías sin que la concesionaria pueda negarles jurisdicción como hace actualmente.
Así las cosas, al menos hay un cambio de discurso. Resta comprobar si el discurso se volcará a los hechos cuando Mauricio Macri desembarque en Bolívar 1.