En abril de 2015 el Congreso aprobó, con el apoyo del Frente para la Victoria, la UCR, el PRO, el Frente Renovador y otros bloques menores –un consenso prácticamente unánime–, la recreación de la empresa Ferrocarriles Argentinos como responsable de la política ferroviaria nacional y coordinadora de las empresas ferroviarias nacionales preexistentes, que pasaron a ser sus filiales. De esa manera la SOFSE y ADIF, organismos creados por una reforma de la época de Ricardo Jaime, se convertirían en sus divisiones de Operación y de Infraestructura, mientras que la sociedad Belgrano Cargas y Logística sería la división respectiva.
En rigor, las empresas ferroviarias del Estado ya usaban una marca unificada desde 2014, “Trenes Argentinos”. Con la sanción de la ley de Ferrocarriles Argentinos, a través de la cual el Estado reasumió la administración de toda la infraestructura y la potestad sobre la operación ferroviaria, aquel nombre de fantasía comenzó a ser reemplazado por el histórico logotipo de la empresa en el material rodante, marquesinas, folletería y otras aplicaciones.
A poco tiempo de asumido el gobierno de Mauricio Macri, sin mediar un anuncio formal ni que trascendieran mayores razones, el nombre Ferrocarriles Argentinos desapareció paulatina pero sistemáticamente de todos lados donde había comenzado a ser repuesto. Es cierto que el PRO había presionado con éxito para ampliar el horizonte de participación privada en el nuevo esquema sancionado en 2015, pero con todo sus diputados y senadores habían respaldado la recuperación de la empresa ferroviaria de bandera. La UCR y la Coalición Cívica apoyaron el proyecto desde que fuera anunciado por la ex Presidenta en su discurso de apertura de sesiones.
La decisión parecía clara en cuanto a borrar el logo de Ferrocarriles Argentinos, pero no en cuanto a qué debía reemplazarlo. Las empresas controladas volvieron a utilizar sus denominaciones formales sin ninguna clase de logotipo ni identidad visual destacable. De un día para otro, Ferrocarriles Argentinos Operadora (ex SOFSE) pasó a ser la “Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado” (¿OFSE?), Ferrocarriles Argentinos Infraestructura volvió a ser la “Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado” –nombre calcado de su homóloga española– y Ferrocarriles Argentinos Cargas y Logística recuperó el confuso “Belgrano” y hasta el tipo social de Sociedad Anónima en el nombre. Los comunicados oficiales empezaron a presentarlas como dependencias de Transporte, omitiendo su pertenencia al grupo Ferrocarriles Argentinos.
[quote_box_right]El gobierno decidió eliminar el uso del logo y del nombre de Ferrocarriles Argentinos, volviendo a llamar a las empresas ferroviarias por su nombre formal (ADIF, OFSE, BCyL). Sin embargo, en las últimas semanas resucitó la marca Trenes Argentinos, un nombre de fantasía creado en 2014 cuando aún no existía Ferrocarriles Argentinos, que había caído en desuso por carecer de todo sentido. Llamativa reticencia a llamar a la empresa ferroviaria nacional por su nombre.[/quote_box_right]
Tiempo después la gestión de Marcelo Orfila, presidente del directorio de la Operadora Ferroviaria y de Ferrocarriles Argentinos –que sigue existiendo como controladora del sistema ferroviario nacional, al menos a nivel formal, en razón de la ley que la creó–, pareció dar un nuevo paso en el desmembramiento de la identidad de la empresa. En las líneas metropolitanas del Gran Buenos Aires se abandonó incluso el nombre de la Operadora Ferroviaria para pasar a denominar a los distintos servicios exclusivamente por los nombres de sus líneas (Línea Mitre, Línea Roca). Esto ocurrió en paralelo a la iniciativa de transferir distintos servicios metropolitanos y regionales en el interior del país a provincias y municipios, proceso calcado del que llevó al desmembramiento y privatización de la antigua Ferrocarriles Argentinos en la década de 1990. De hecho, en el Chaco el nombre “Regionales Chaco” reemplazó al de la empresa nacional en medio del intento del gobierno nacional por devolver los servicios a la provincia.
En las últimas semanas la crisis de identidad de las empresas ferroviarias dio un nuevo giro: Belgrano Cargas y Logística comunicó que ahora se denominará “Trenes Argentinos Cargas” –sin la logística– y en algunos horarios, como el actualizado del Tren de la Costa, apareció también la leyenda “Trenes Argentinos”. En un constante ir y venir, reaparece la denominación que había utilizado en un primer momento la gestión de Florencio Randazzo, y que perdió todo sentido luego de que se debatiera y aprobara la recreación de Ferrocarriles Argentinos.
Entre tanto, ni las autoridades de Transporte ni de Ferrocarriles Argentinos/SOFSE/OFSE/Trenes Argentinos han dado hasta el momento una explicación o una presentación sobre los sucesivos nombres de fantasía y el notorio abandono de la denominación que, una vez recuperada por ley del Congreso, parecía consolidarse definitivamente como símbolo del proceso de recuperación ferroviaria. Salvo que fuera, precisamente, por eso.
Pero Ferrocarriles Argentinos no era una marca de gestión, sino un nombre con valor histórico y a la vez plena vigencia legal, con la legitimidad que impone el amplio apoyo que cosechó el proyecto de ley para su recuperación en ambas cámaras del Congreso. El ministro Guillermo Dietrich hizo referencia en una entrevista reciente a que su inspiración para los ferrocarriles será “el modelo alemán”. La ley sancionada en 2015 menciona en sus considerandos al modelo francés, que es el mismo. Es precisamente el de empresa ferroviaria dominante e integrada, responsable de la infraestructura y prestadora de servicios, en un sistema que no excluye la inversión y participación privada. Pero la Deutsche Bahn no cambia de nombre todos los meses.