El gobierno nacional anunció días atrás en una comunicación interna el cambio de nombre de las empresas ferroviarias del Estado. Tanto el nombre oficial de Ferrocarriles Argentinos como las denominaciones ADIF, SOFSE y Belgrano Cargas y Logística –que el mismo gobierno había repuesto– fueron dejados de lado en favor de la marca Trenes Argentinos, una maniobra que este medio había anticipado el mes pasado.
La denominación Trenes Argentinos ya había sido utilizada durante la gestión de Florencio Randazzo, más precisamente en 2014. Se trataba, entonces como ahora, de un nombre de fantasía sin sustento legal, que había sido empleado para aglutinar de cara al usuario a las empresas ferroviarias estatales, que hasta entonces tenían estructuras e identidades separadas.
El uso de Trenes Argentinos fue abandonado –aunque no llegó a desaparecer del todo– precisamente luego de la creación de Ferrocarriles Argentinos como empresa rectora de un gran conglomerado ferroviario público. A diferencia del anterior, la recreación de Ferrocarriles Argentinos fue el resultado de una ley del Congreso aprobada con apoyo transversal de todos los bloques mayoritarios, incluyendo al PRO, la UCR y la Coalición Cívica.
Con el nuevo cambio, la Operadora Ferroviaria S.E. pasará a llamarse Trenes Argentinos Operaciones, la Administración de Infraestructuras Ferroviarias S.E. será Trenes Argentinos Infraestructura y Belgrano Cargas y Logística S.A. será Trenes Argentinos Cargas.
Dentro de la división de Operaciones, la marca Trenes Argentinos se aplicará seguida del nombre de la línea ferroviaria en cuestión (Línea Mitre, Línea Roca, etc.) o bien de la denominación “Larga Distancia” para los servicios interurbanos.
El asunto del rebranding puede parecer menor y ciertamente lo es, pero dista de ser trivial. Nace de una decisión política del gobierno nacional de borrar del mapa el nombre de Ferrocarriles Argentinos, algo a lo que se abocó desde un primer momento. Ferrocarriles Argentinos no es una denominación cualquiera, ni un simple guiño a la nostalgia, ni mucho menos una sensiblería estatista.
Amén de que su nombre está establecido por ley, tiene para el sector ferroviario una profunda carga identitaria, equiparable a la de empresas estatales emblemáticas como YPF o Aerolíneas Argentinas, a las que nadie osaría rebautizar como Naftas Argentinas o Aviones Argentinos.
Antes de que el actual gobierno abandonara el nombre Ferrocarriles Argentinos para volver a los insípidos SOFSE y ADIF, Ferrocarriles Argentinos ya había puesto en práctica una política de marcas muy similar, consistente en el logo de la empresa con el agregado de Operadora, Infraestructura o Cargas y Logística según las divisiones. Con el nuevo cambio, el gobierno vuelve sobre sus pasos pero cambiando Ferrocarriles, que además es el nombre legal, por Trenes, un nombre de fantasía.
Las motivaciones del abandono del nombre Ferrocarriles Argentinos y de las idas y vueltas para lograrlo continúan sin quedar claras y el gobierno no ha sido explícito al respecto, pero no dejan de llamar la atención en un contexto donde las autoridades de Transporte buscan deshacerse de servicios transfiriéndolos a las provincias, aseguran que no crearán nuevos servicios de larga distancia, afirman que el camión será “la columna vertebral” del transporte de cargas y buscan atraer capitales privados para el ferrocarril.