Un trabajador de mantenimiento del Metro de Madrid, identificado como Julián Martín Rebate, de 60 años, falleció días atrás en la capital española a causa de la exposición al asbesto.
Es el segundo trabajador (de un total de cinco que han desarrollado cáncer a causa del contacto con ese material) que fallece en menos de medio año: en mayo pasado había sido el turno de otro operario de mantenimiento.
Rebate había ingresado al Metro de Madrid en 1979 y durante su carrera laboral estuvo expuesto a “elementos que estaban compuestos de amianto, sin que le facilitaran ningún tipo de medidas de protección, en ningún momento, ni siquiera una triste mascarilla”, aseguró su abogado Fernando Morillo a RTVE. A la larga, terminó desarrollando una asbestosis, enfermedad pulmonar causada por la inhalación de polvo de asbesto.
Al menos cuatro piezas con asbesto fueron encontradas en la flota CAF 5000, parte de la cual fue vendida al Subte entre 2011 y 2012 para la línea B. Al conocerse que estaban contaminados con el material (que está prohibido en la Argentina desde 2001), Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) los retiró de circulación y decidió, más tarde, su baja definitiva. Recientemente, en diálogo con este medio, el presidente de SBASE anunció que la flota será chatarreada.
Las posibles consecuencias y ramificaciones de la crisis del asbesto (en especial los futuros juicios laborales) preocupan a los tres consorcios que compiten por quedarse con la concesión del servicio por los próximos 15 años. De momento, Metro de Madrid, que vendió los coches a sabiendas de que tenían un material prohibido por las legislaciones europea, española y argentina, no ha dado una respuesta concreta al Subte por la operación.