La Legislatura Porteña aprobó el pasado jueves en primera lectura el cambio de nombre de tres estaciones del Subte: Echeverría, Hospitales e Independencia.
Luego de esta primera aprobación, los proyectos deberán ser sometidos a una audiencia pública y, si el resultado es favorable, volverán a ser tratados por el recinto para su aprobación definitiva.
La estación Echeverría de la línea B sumaría el nombre de “Mártires Palotinos”, en homenaje a tres sacerdotes y dos seminaristas asesinados durante la última dictadura en la denominada Masacre de San Patricio.
La estación Hospitales, cabecera sur de la línea H, pasaría a llamarse “Ringo Bonavena-Hospitales”. En este caso, se trata de un homenaje al reconocido boxeador, considerado “un personaje icónico del barrio”, quien además “inició su carrera como boxeador en el Club Atlético Huracán”.
En tanto, la estación Independencia de la línea E incorporaría el nombre de “Beata Mama Antula”, en homenaje a la religiosa María Antonia de Paz y Figueroa, fundadora de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales localizada en las inmediaciones de la estación.
De prosperar este cambio, Independencia perdería la característica de ser una de las pocas estaciones de combinación de la red -la otra es Retiro- en llamarse igual que la de otra línea.
Los tres proyectos coinciden en el espíritu que ha venido imponiéndose en los últimos años, que apunta a rebautizar estaciones de Subte con el único objetivo de homenajear a personajes públicos sin relación evidente alguna con la nomenclatura urbana del entorno, algo que no ayuda a mejorar la orientación del usuario. En este sentido, cabe recordar que ya son una veintena las estaciones que han incorporado doble denominación en la última década.
Amén de no solucionar ningún problema existente, como el de las estaciones que combinan entre sí y se llaman distinto, otras que se llaman igual y están separadas por varias cuadras y otras tienen nombres muy similares a pesar de estar alejadas geográficamente, la constante danza de nombres para las estaciones obliga a actualizar cartelería y mapas desperdigados por toda la red (en trenes y estaciones) con alarmante frecuencia, lo que acarrea un gasto innecesario. Para peor, las denominaciones dobles llegan a estar compuestas por cuatro, cinco o hasta seis palabras, lo que torna impráctica su aplicación gráfica.
La combinación de todos estos factores no hace sino confirmar la incoherente política de nombramiento de estaciones y pone de manifiesto la ausencia de un pronunciamiento de Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) al respecto. A falta de nuevas estaciones para inaugurar, con la expansión de la red congelada por primera vez en casi 50 años, las autoridades porteñas parecen haber reorientado su política casi exclusivamente a rebautizar lo existente.
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