Una vez más los porteños escucharon de boca de los políticos las promesas a cumplir en sus próximos gobiernos. El comienzo de la construcción de la línea H se decidió en poco tiempo, aunque sus obras y puesta en marcha hayan sido postergadas. Es distinta la suerte que corrió la línea F, cuyo trazado no ha cambiado desde sus orígenes y desde siempre ha sido postergada. De hecho, se la ha denominado con la letra F –posterior a la última línea de subte inaugurada hace 63 años– precisamente porque se la consideró desde siempre la siguiente línea a construir luego de la actual línea E. Sin embargo, esto no ha ocurrido hasta hoy.
El primer gran amague fue en mayo de 1997, época de oro de Metrovías, cuando cobraba boletos a precio dólar. Roberto Macías, su entonces presidente, anunciaba que “antes del 2005 funcionará el primer tren”. En esa oportunidad Metrovías propuso financiar las obras afrontando un gran porcentaje con fondos propios y el resto por parte del Estado, a cambio de otorgarle línea en concesión por 30 años. La idea no prosperó. Más adelante, finalizando 2006, Telerman envió a la Legislatura el presupuesto para 2007 con un déficit de 838 millones de pesos. Las razones de esta falta respondían, en parte, a la destinación de fondos para comenzar las obras de la línea F durante 2007. Esto tampoco ocurrió.
En plena campaña, el jefe de Gobierno electo, Mauricio Macri, anunció que construiría 10 km de túneles por año, lo que implicaría 40 kilómetros de subtes en toda su gestión. Hace unas horas, su confirmado ministro de Obras Públicas, Daniel Chain, aseguró que serán unos 27 km los que se afrontarán en la próxima gestión. enelSubte.com pudo constatar con fuentes cercanas al macrismo que la próxima línea a construir será, finalmente, la línea F. “La línea de Mauricio” la llaman por su entorno, como lo fue la línea H para los gobiernos progresistas de los últimos años.
Si bien se planea continuar con la línea H en sus extensiones norte y sur, y finalizar las obras en vigencia, como lo son las extensiones de las líneas B y A –la línea E a Retiro no se considera por ser una obra del Gobierno Nacional– la línea F sería el emblema del nuevo gobierno en materia subterránea. La nueva línea partirá desde Constitución, donde se articulará con el Ferrocarril General Roca, la línea C y numerosos ramales de colectivos. Tomará luego el eje de la Avenida Juan De Garay y a la altura de la calle Solís comenzará una curva para alinearse con la Avenida Entre Ríos y luego con Callao. Al llegar a Las Heras irá hacia Plaza Italia, donde finalizará el perteneciente a la primera etapa de su construcción.
Aunque se pretende iniciar su primera etapa desde Plaza Italia hasta el Congreso y luego hacia Constitución, enelSubte.com pudo constatar que los estudios de factibilidad de proyecto, análisis de suelos y trazado de la línea están siendo realizados en el total del recorrido, abarcando tanto la Etapa I (Plaza Italia – Constitución) como la II (Constitución – Barracas y Plaza Italia – Barrancas de Belgrano). La extensión total será de 8,6km sólo en su Etapa I y se espera, según afirman las fuentes, encarar las obras “velozmente y de un solo tramo”. Es decir, en vez de inaugurar de a pequeños tramos como ocurrió con la línea H, construir tramos largos y sólo inaugurarla entera, o en dos mitades.
Algunas cuestiones elementales como el tema de su futura administración, tanto de esta línea como la de la H, son temas pendientes a definirse en un futuro. En el macrismo hay hermetismo en este sentido. Si bien algunos allegados afirman que tanto la F como la H y las restantes líneas podrían ser administradas por la Ciudad –la línea H fue concesionada a Metrovías en un contrato precario sólo por 3 años– aún faltan algunas definiciones más firmes. Ocurre que si la Ciudad recupera definitivamente la posesión del Subte, estará en condiciones, además, de resindirle el contrato de concesión a Metrovías.
Por lo pronto enelSubte.com pudo constatar que ya se está preparando un equipo “altamente capacitado” para afrontar las gestiones económicas ante organismos de crédito internacionales para encarar las obras de subterráneos, como así también las obras de los arroyos alternativos al Maldonado. Obras que pretenden cerrar con broche de oro una gobierno que promete, al menos por ahora, invertir fuertemente en obra pública.