El Gobierno de Escocia decidió revocar anticipadamente la concesión del Caledonian Sleeper, el servicio nocturno de trenes entre Londres y Escocia, que pasará a ser operado por el Estado.
La operación del servicio estaba en manos de la concesionaria Serco, que tenía un contrato de 15 años a contar desde el 2015. Días atrás, la ministra de Transporte escocesa, Jenny Gilruth, anunció que el contrato será revocado en forma anticipada el 25 de junio próximo.
El servicio continuará siendo prestado sin interrupciones por el Estado escocés a través de Scottish Rail Holdings, a la vez que se garantizará la estabilidad laboral de todos los trabajadores. Cabe recordar que Escocia creó el año pasado una compañía ferroviaria estatal (ScotRail) para absorver los servicios de la caducada concesionaria Abellio, subsidiaria de la estatal holandesa Nederlandse Spoorwegen (NS).
Transport Minister @JennyGilruth has announced that @CalSleeper will come into public ownership under this Government from 25 June 2023.
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— Transport Scotland (@transcotland) March 2, 2023
No es la primera vez que se toma una medida de este estilo en el Reino Unido. Más allá de Escocia, el gobierno británico revocó en 2018 la concesión de Virgin Trains East Coast, otorgando la operación de sus corredores a una empresa estatal (London North Eastern Railway, LNER), en tanto que en 2020 caducó anticipadamente la concesión de Arriva (subsidiaria de la Deutsche Bahn), asignando la operación a la estatal Northern Trains y en 2021 terminó anticipadamente la concesión de Southeastern, que también fue puesta bajo control estatal. Ese mismo año, el gobierno de Gales tomó una decisión similar con los trenes de esa región.
A su vez, la totalidad de la red ferroviaria fue temporalmente nacionalizada durante la pandemia de COVID-19.
Cabe recordar que en los años 90, el Reino Unido llevó adelante una política de desregulación y privatización de su red ferroviaria. De manera similar a lo ocurrido en el resto de Europa, separó infraestructura y operación. Sin embargo, el país no conservó una operadora estatal (diferencia sustancial con Europa continental, donde las empresas ferroviarias estatales siguen siendo dominantes) y balcanizó la red en un sinnúmero de operadoras privadas. Para peor, privatizó también la compañía encargada de la infraestructura (Railtrack), que debió ser reestatizada (y reorganizada como Network Rail) a los pocos años debido a que su supervivencia bajo ese modelo era inviable.