El pasado jueves por la tarde un pasajero golpeó a una conductora en la línea H. Herida, Susana Pena debió ser atendida por la ART. La situación condujo al gremio a realizar una medida de fuerza, paralizando el tráfico de la línea. Algunos días más tarde, promediando la tarde del lunes, se vivió un episodio similar en la línea D, cuando un hombre, identificado como Juan Manuel Lamarque, agredió brutalmente a la guarda Gisela Gitto en la estación Nueve de Julio, y terminó detenido. En este caso también se realizó un breve paro en protesta por la situación.
Las golpizas reiteradas, en este caso a trabajadoras mujeres, no son algo nuevo en el Subte. En 2013 y 2014 habían ocurrido varios episodios de esta naturaleza en la línea B. Los empleados de distintas áreas de la red suelen padecer esta clase de agresiones ante las repetidas afectaciones sufridas por el servicio, tanto interrupciones como demoras, que no siempre son imputables a medidas de fuerza y que en el último mes sumaron más de 36 horas perdidas en total.
No obstante, la problemática queda cubierta de cara al público bajo el rótulo de la protesta gremial, en un clima de animosidad contra los trabajadores, según denuncian los sindicalistas. Desde el gremio acusan falta de respuesta por parte de las autoridades y denuncian que no están garantizadas las condiciones básicas de seguridad laboral: “Nosotros terminamos poniendo la cara y pagando los platos rotos por las decisiones que se toman más arriba”, expresó a este medio un delegado de la línea B.
Otro trabajador deslizó que el gremio acordó tomar medidas ante los hechos de violencia. “En lugar de llamar a la policía y al personal de seguridad de la estación, que no siempre está y no siempre llega a tiempo, vamos a actuar nosotros de primera instancia apresando al agresor para luego entregarlo a la policía”.
“Los paros no sirvieron, las reuniones no sirvieron, las boleterías blindadas no sirvieron. Vamos a tomar medidas nosotros para protegernos entre nosotros“, finalizó otro delegado.