Los trabajadores ferroviarios comienzan a mostrar una intranquilidad cada vez mayor ante la agudización de la crisis en el sector y acusan de “inacción” a los sindicatos que los representan.
Según pudo saber este medio, hay bronca entre las bases por lo que consideran un “bajo perfil” de los sindicatos -especialmente de los dos principales, Unión Ferroviaria y La Fraternidad- y de sus dirigentes frente a los recortes presupuestarios, el cierre de ramales, el deterioro de los servicios y la falta de inversión.
A esto se suma la disconformidad con respecto a la cuestión salarial, ya que -al igual que ocurre en otras actividades- las escasas recomposiciones obtenidas en las últiams negociaciones no permitieron recuperar el poder adquisitivo perdido. El argumento esgrimido por la dirigencia sindical de que la moderación en el reclamo salarial permite “cuidar los puestos de trabajo” ya empieza a irritar a los trabajadores, que mastican su enojo con sueldos que alcanzan para cada vez menos.
El reciente endurecimiento de la posición de La Fraternidad, que a fines del mes pasado realizó jornadas de protesta y lanzó comunicados inusualmente críticos, fue justamente en respuesta a esta creciente presión de las bases. Las medidas, sin embargo, no fueron oficialmente declaradas y tampoco se avanzó hacia un paro, que era lo que pedían algunos sectores, por lo que el impacto de la protesta acabó diluyéndose con el correr de los días.
Con todo, el cambio de posición representa un giro de importancia frente a la postura de disposición a aceptar la privatización que había enunciado el secretario general del gremio, Omar Maturano. “No tenemos ningún problema con el capital privado. Por mí que privaticen todo, siempre y cuando el capital privado sea humanizado”, había dicho en octubre del año pasado.
Una intranquilidad similar corre entre los afiliados a la Unión Ferroviaria, que a fines de septiembre celebró sus elecciones internas: la campaña estuvo centrada en reivindicaciones puramente gremiales y donde la única referencia política fue una vaga alusión a un “proyecto de ley para el desarrollo del sistema ferroviario”, cuyo contenido se desconoce.
enelSubte pudo saber que el propio secretario general del sindicato, Sergio Sasia, tuvo que salir en un reciente plenario a pedir la “comprensión” de los afiliados ante la decisión de sostener una política conciliadora. El pedido del dirigente, mientras -según testigos- guiñaba el ojo, cayó mal entre la mayoría de los asistentes.
Ahora La Fraternidad denuncia que el Gobierno quiere “suprimir los ferrocarriles”
Una de las preocupaciones más fuertes entre los trabajadores es la oleada de cierre de servicios ferroviarios, que ya suman un total de 12. En algunos casos, su desaparición vino acompañada de despidos del personal que se desempeñaba en la operación de estos trenes.
Estas desvinculaciones se suman a los desplazamientos de funcionarios de mediano rango por motivos políticos en Trenes Argentinos, que generaron un clima de tensión interno en el que abundan rumores de posibles nuevos despidos.
Hay, además, una creciente preocupación por las condiciones de fragilidad en las que operan los servicios que continúan funcionando, como el tren a Rosario -que circula con demoras a diario producto del mal estado de puentes-, y por la posible desaparición de otros que hasta ahora se mantuvieron a salvo de los recortes, como el Tren del Valle.
Otra de las problemáticas a las que apuntan los trabajadores es la falta de inversión en mantenimiento de infraestructura y material rodante, algo que la “Emergencia Ferroviaria” -ahora puesta en pausa– no ha logrado revertir.
En este sentido, apuntan que el congelamiento de las partidas presupuestarias pone en riesgo la seguridad operacional de las formaciones e impide cumplir con los itinerarios de forma regular, afectando por demás las condiciones de trabajo.
En este sentido, cabe recordar que numerosas licitaciones para trabajos de emergencia, como la reparación de las 24 locomotoras SDD7 de la línea San Martín, se encuentran frenadas desde hace meses y no tienen fecha de inicio prevista.
De no retomarse los trabajos frenados e iniciarse los previstos, aseguran que la calidad del servicio se deteriorará profundamente en las próximas semanas, tal como ocurrió en los años 90 con el llamado “Efecto FEMESA”.
Sigue demorada la reparación de locomotoras de la línea San Martín
En esta línea, las bases alertan que todos estos factores, sumados a la venta de terrenos ferroviarios y a los proyectos oficiales de privatizar el sistema, no hacen más que configurar una situación de “desguace” al que comparan con el vivido en la década del 90.
En este sentido, los trabajadores temen que la privatización del sistema, que ya comenzó con el sistema de cargas y que pronto se extenderá a los trenes de pasajeros, desembocará en una clausura masiva de ramales que podría dejar a casi todo el Interior sin servicios de pasajeros, con pocas excepciones.
La crisis está lejos de ser temporal y probablemente se profundizará durante el próximo año.
Cabe recordar que, tal como explicó este medio, el proyecto de Presupuesto 2026 presentado recientemente por el Gobierno contempla un recorte aún mayor que el previsto para este año: no solo fueron removidas obras de infraestructura sino también compras de material rodante.
La inflexibilidad del Gobierno, que persiste en la línea que llevó a una agudización de problemas preexistentes, combinada con la pasividad de las cúpulas sindicales que denuncian los trabajadores, va de camino a convertirse en una tormenta perfecta cuyos efectos sobre el ferrocarril son potencialmente devastadores.