El proyecto de la línea F suma un nuevo contratiempo. Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) informó recientemente que el estudio de consultoría que serviría de base para el anteproyecto aún se encuentra “en fase de compatibilización de espacio por el emplazamiento del RER en Constitución”.
Dicho estudio, cuya realización había sido encargada en 2014 a la consultora francesa Systra, tenía fecha prevista de finalización en febrero del año pasado.
La relocalización de las futuras instalaciones de la línea F no sólo se debe al túnel del RER que se construirá en la zona, sino también al emplazamiento definitivo de la estación “Constitución RER”, que estaría ubicada bajo la calle General Hornos, recostada sobre el lateral este de la estación Plaza Constitución de superficie. El Gobierno esperaba llamar a licitación para su construcción en el segundo semestre del año pasado, pero de momento el proyecto viene demorado.
La propia existencia de la RER obliga a replantear, o al menos revisar, algunos de los supuestos en los que se asienta el proyecto de la línea F, cuya traza responde a los lineamientos de la ley 670. El PETERS, aunque más reciente pero sin valor legal, modificó el proyecto sin tener en cuenta la RER, una iniciativa que no existía cuando fue concebido.
De todas formas, los contratiempos no significarían un freno definitivo a esta nueva línea, la séptima con la que contaría Buenos Aires: meses atrás, el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte -y hombre fuerte de la SBASE post Piccardo-, Franco Moccia, la consideró entre los proyectos prioritarios del gobierno.
Cabe recordar que en los últimos años, desde SBASE se había insistido varias veces en la necesidad de iniciar la construcción de la línea. Piccardo llegó incluso a anunciar en 2015 que se licitaría el primer tramo, cuyos trabajos comenzarían en 2016. Sin embargo, sus intenciones habían recibido entonces una fría acogida por parte de Rodríguez Larreta, quien logró deshacerse del polémico funcionario antes de cumplir su primer año de mandato.
Se estima que la construcción de la línea demandaría entre 700 y 800 millones de dólares, razón por la que su ejecución quedaría supeditada a la posibilidad de conseguir un crédito internacional, un acuerdo llave en mano o financiamiento chino. Todas las previsiones apuntan a que se trataría de la línea más utilizada del sistema, sirviendo a más de medio millón de pasajeros diarios.