23 noviembre 2024

Londres se prepara para celebrar los 160 años del Underground

El 10 de enero de 1863 se inauguraron las primeras seis estaciones de la red de subtes más antigua del mundo. Con 11 líneas y 402 kilómetros de extensión, es la séptima red más grande del planeta y festejará su aniversario con eventos especiales durante todo el año.

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Transport for London (TfL), operadora de la red de subtes (Underground) y del resto del transporte público de Londres, anunció un programa de celebraciones al cumplirse 160 años de la apertura del primer tramo de la red de la capital británica.

De acuerdo con lo informado por la empresa estatal, a lo largo del año se desarrollarán actividades conmemorativas de la puesta en marcha de la primera red de subtes del mundo el 10 de enero de 1863. El primero de ellos será una “búsqueda del tesoro” por las siete estaciones de la línea Metropolitan que fueron inauguradas aquel día (Baker Street, Euston Square, Farringdon, Great Portland Street, King’s Cross St. Pancras y Paddington)

El pasado 10 de enero el alcalde de Londres, Sadiq Khan, descubrió un roundel -cartel nomenclador de estaciones con forma circular que caracteriza al metro londinense- especialmente diseñado para la ocasión en la estación Baker Street y afirmó que “estoy muy orgulloso de la historia de nuestro Tube y estoy decidido a que el Underground continúe prestando un servicio que sea un ejemplo a nivel mundial y que sea apropiado para el siglo XXI” 

El Underground, donde todo estaba por inventarse

Para mediados del siglo XIX, la congestión vehicular en las calles de Londres se había convertido en un asunto muy grave. Al calor de la Revolución Industrial, las angostas calles de una capital cuya población no paraba de crecer se llenaron de carros y peatones que buscaban transitar entre sus hogares y lugares de trabajo. Si bien los tranvías fueron un alivio por un tiempo, la situación seguía sin resolverse satisfactoriamente.

Los primeros proyectos para construir una red de trenes subterráneos datan de la década de 1830. Para evitar la congestión en la superficie, la solución era extender los ferrocarriles hacia el centro de la ciudad pero, como las autoridades no lo permitían, no quedaba más remedio que hacerlo por debajo. En 1855, el Metropolitan Railway construyó un pequeño túnel en la localidad de Kibblesworth, que tiene un subsuelo similar al londinense; durante dos años, la empresa corrió trenes de prueba para determinar las características de la infraestructura y del material rodante.

Si bien la Guerra de Crimea complicó conseguir el capital inicial, para marzo de 1860 el Metropolitan comenzó las obras de la línea que aún hoy lleva su nombre y que tenía el objetivo de unir todas las estaciones ferroviarias. Los trabajos, ejecutados con la metodología conocida como Cut and Cover (excavar la zanja, construir el túnel dentro y volver a tapar, tal como entre 1911 y 1914 se construiría la línea A del Subte porteño), provocaron enormes trastornos y quejas en la ciudad e incluso quedaron temporalmente inundadas luego de que los obreros perforaran accidentalmente un caño cloacal. Sin embargo, el 10 de enero de 1863, el Metropolitan Railway pudo poner en servicio sus primeras seis estaciones, operadas con locomotoras a vapor y coches remolcados de madera prestados por otras compañías.

El éxito del servicio -38.000 personas viajaron en el primer día- hizo que pronto surgieran solicitudes para extender la línea. El propio Metropolitan, así como otras compañías, empezaron a construir túneles hacia los puntos más importantes de la ciudad y más allá de sus límites, lo que incentivó fuertemente el desarrollo de nuevas poblaciones en los suburbios. 

Para 1869, el ingeniero James Henry Greathead había perfeccionado la tecnología necesaria para construir túneles profundos y sin interrumpir el tráfico en superficie. Un escudo de acero permitiría construir túneles circulares en galería: a medida que los obreros excavaban bajo su protección, era empujado por el subsuelo y se instalaban placas de acero sujetadas con remaches para armar las paredes del túnel. Así funcionan, con lógicas diferencias, las modernas Tunnel Boring Machines (TBMs), empleadas en multitud de proyectos a nivel mundial -en Argentina, por ejemplo, en el postergado soterramiento del ferrocarril Sarmiento y en obras hidráulicas-.

Este método se usaría para la construcción del City and South London Railway (hoy parte de la Northern Line) en 1884. La forma circular de los túneles hicieron que los pasajeros pronto apodaran a la línea como the tube, apelativo que se hizo extensivo a todo el sistema independientemente del método de construcción empleado. Esta línea introdujo, además, la tracción eléctrica: coches de madera con ventanas diminutas, apodados padded cells, serían remolcados por locomotoras eléctricas y se eliminaría, así la molestia del humo, el calor y la humedad que caracterizaba a las líneas a vapor. Sin embargo, los últimos trenes a vapor corrieron hasta 1961 en la línea Metropolitan desde la estación Rickmansworth hacia las afueras.

Si bien pronto aparecieron redes de metro en otros países, el Underground fue siempre un modelo a seguir. Desde la inauguración de la línea Victoria en 1968 -la primera con conducción automática en el mundo-, pasando por sus paisajes en plena campiña inglesa, sus estaciones abandonadas y sus muy complejas combinaciones, la red londinense ha sabido ganarse un lugar especial en el imaginario colectivo.

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