23 noviembre 2024

La división de Canes de la Metropolitana trabaja en el Subte

La División Canes de la Policía Metropolitana cuenta con tres animales destinados a tareas de seguridad: rastrean narcóticos, explosivos y ayudan a localizar personas vivas en caso de derrumbes o accidentes. La fuerza policial los entrena para reforzar la vigilancia en el subterráneo.

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Ares es especialista en búsqueda de explosivos, llegó desde Rusia en septiembre del año pasado, por lo que sólo obedece órdenes en ese idioma. Flanders aprendió a rastrear drogas en una de las mejores escuelas en su tipo en Bolivia. Rafa, en cambio, apareció en la puerta del Instituto Superior de Seguridad Pública (ISSP) de la Ciudad una noche de tormenta de 2009. Como estaba desnutrido y lastimado, fue atendido por efectivos de la Policía Metropolitana y nunca más se fue. Hoy es uno de los mejores en buscar personas vivas en derrumbes y accidentes viales.

Con historias tan distintas como sus razas –Ares es un pastor alemán; Flanders, un pastor belga Malinois; y Rafa, un labrador negro–, los tres tienen en común que forman parte de la División Canes de la Policía Metropolitana. Pero además de su especialización en particular, los tres están entrenados para prestar servicios de seguridad en los subtes porteños. Este plan apunta a que los perros sean una herramienta más de seguridad en ese transporte público.

“El objetivo es que recorran las estaciones junto a los efectivos asignados a esa tarea; sabemos que con su presencia los canes tienen un importante efecto disuasivo”, afirma Patricio Gil, subcomisionado a cargo de la Escuela de Especialización del instituto. “De todas maneras y si bien sería una función nueva que cumplirían, algunos ya participaron en operativos puntuales, como por ejemplo, en la búsqueda de explosivos en la estación Congreso de la línea A cuando se inauguró el período legislativo”, comenta.

La División Canes se formó en 2009 y en la actualidad tiene 21 perros de diferentes razas. Quince están alojados en la Escuela de Canes del ISSP, el resto presta servicio en la comisaría de la fuerza en la Comuna 12.

“Los perros son entrenados a diario y de acuerdo con su raza decidimos la especialidad en la que van a actuar. Primero se los adiestra en disciplina básica y luego en seguridad preventiva, explosivos, drogas o búsqueda de personas”, explica Jorge Raice, subinspector a cargo de la Escuela de Canes. “Flanders, por ejemplo, pertenece a una raza creada para encontrar narcóticos. La escuela de donde viene es la mejor en su tipo en la región”.

Las técnicas de entrenamiento se basan en la recompensa que recibe el perro tras la tarea. “La búsqueda forma parte de un juego. Sabe que después tiene su premio”, indica Raice, al tiempo que Ares se acuesta frente a una caja (donde hay un paquete con pólvora) y espera que llegue su guía y lo premie. “Debe acostarse o sentarse frente a lo que descubrió. Si lo muerde o rompe, tanto el perro como su guía pueden resultar heridos”, explica el oficial Alejandro Ardaiz, a cargo del perro y quien pasó cinco meses en Rusia en un curso de especialización. “Ares sólo entiende las órdenes en ruso. Tuve que aprender varias palabras en ese idioma para que me obedezca”, aclara.

Según la especialidad, el entrenamiento de un perro puede durar hasta tres años. Con respecto al trabajo en subtes, los perros entrenan sobre una formación que el ISSP tiene en el Bajo Flores. “Aquí se los ambienta para que sepan cómo moverse en el vagón. También practican en una playa de autos abandonados”, señala Gil, mientras los canes revisan los rincones de todo el subte y esperan su premio.

La K9 de Nueva York, el modelo

Más allá de la intención de que los perros bajen al subte, el objetivo de la Metropolitana es replicar el modelo de la División K9 de Policía de Nueva York.

Para tal fin, y según cuentan en el ISSP, se está analizando la firma de un convenio con esa fuerza para que sus instructores dicten cursos a los entrenadores locales.

De todas maneras, algunos efectivos de la División ya participaron en cursos en el exterior como, por ejemplo, los dictados por el Centro de Adiestramiento Internacional de Canes Especialistas en Detección de Explosivos y Drogas de Bolivia (que cuenta con el aval de la DEA), y el Centro de Adiestramiento de Rostov, Rusia. De esas dos reconocidas escuelas provienen Flanders y Ares, respectivamente.

por Claudio Corsalini para Perfil

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