Durante el mes de julio se registró una fuerte caída en la cantidad de pasajeros transportados en los servicios de larga distancia de la línea Sarmiento de Trenes Argentinos Operaciones (SOFSE). Se trata de los trenes Once – Bragado, que opera tres veces por semana, y Once – Pehuajó, que circula con frecuencia semanal.
De acuerdo con las estadísticas oficiales publicadas por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), ambos servicios experimentaron una importante disminución interanual en términos de boletos vendidos.
Durante julio de este año, el tren Once – Bragado cortó 7261 boletos, contra 10.178 en igual mes del año anterior, lo que representa una disminución de aproximadamente el 30%.
Una caída aún más pronunciada se registra en el servicio semanal entre Once y Pehuajó, que en julio de 2023 había vendido 2.831 boletos y este año solamente vendió 1.080, una reducción de aproximadamente un 60%.
enelSubte pudo saber que ante la fuerte disminución, la operadora tomó la decisión de reducir la cantidad de coches asignados a cada formación, ya que no eran necesarios por la baja ocupación registrada.
Dado que la cantidad de servicios se mantiene igual desde hace tiempo y de que los tiempos de viaje se mantuvieron prácticamente inalterados -solo se incrementaron ligeramente hace algunas semanas-, el fenómeno es atribuido principalmente a los fuertes incrementos tarifarios experimentados por ambos servicios.
A diferencia de lo que ocurre en otros corredores, donde no se ha registrado merma o esta no ha sido demasiado significativa, la brecha entre el pasaje de micro y de tren se ha achicado notoriamente en este corredor. En el caso del trayecto a Bragado incluso se consiguen pasajes más baratos en ómnibus: $11.500 para el boleto más económico en micro, contra $12.000 del pasaje en primera en el tren. A esto se suma el trámite de confirmación de viaje, que torna más engorroso el proceso de viajar en tren: se trata de un paso inexistente en el caso de los micros.
Al mismo tiempo, las comodidades del tren -que en ocasiones actuaban como su principal atractivo, más allá del valor de la tarifa- han ido a la baja con el paso del tiempo: son frecuentes situaciones tales como la falta de insumos en los coches comedor –ambos trenes habían incorporado este servicio el año pasado– y baños clausurados, así como las demoras y cancelaciones producto de la crónica falta de material tractivo que afecta a prácticamente todas las líneas.
El fuerte ajuste en el gasto ferroviario, que no se detuvo a pesar de la declaración de la emergencia ferroviaria, abre un interrogante sobre la posibilidad de sostener a futuro los actuales servicios de larga distancia, o al menos de las condiciones en las que se prestan.
En la línea Mitre, la crisis de material tractivo es de una gravedad tal que se registran incumplimientos casi diarios en el servicio a Rosario, mientras que la necesidad de asignar locomotoras para sostener los trenes de larga distancia genera cancelaciones casi diarias en los trenes locales entre Villa Ballester y Zárate y entre Rosario y Cañada de Gómez, cuyas prestaciones vienen siendo notoriamente irregulares en las últimas semanas.
El segmento de larga distancia parece estar lejos de ser una prioridad para las autoridades. Por caso, el servicio a Justo Daract, que había sido interrumpido tras la implementación del recorrido limitado en la línea San Martín, no fue reanudado tras la normalización de la línea, sin que se diera explicación alguna. En tanto que el tren a Bahía Blanca no sólo continua suspendido sino que fue borrado del mapa en el sitio oficial de Trenes Argentinos, lo que motivó el reclamo de autoridades locales. A su vez, los proyectos para la vuelta del tren a otras localidades, como Tandil, fueron dados de baja sin explicación oficial alguna.
El tren entre Rosario y Cañada de Gómez cumple dos años, pero cada día funciona peor