Dos abogados y una psicóloga, usuarios del Subte que no se conocían entre sí, comenzaron a mostrar preocupación por la impunidad del accionar de los pungas. Ante la falta de respuesta por parte de las autoridades, se dispusieron en 2011 a crear la página web “Pungas en el Subte de Buenos Aires” para alertar a los pasajeros ayudando a identificar a los delincuentes y alertar acerca de la peligrosidad de ciertos trayectos y horarios.
El sitio en su versión web cuenta con 500 usuarios registrados, a los que se suman los usuarios de redes sociales, unos 8.000 en Facebook y otros 12.000 seguidores en Twitter.
Sus responsables explican que “El portal se divide en dos. La web en sí misma, con fotos, datos de los pungas, estaciones más calientes y tips de prevención. Y la parte de la red social, donde los usuarios registrados interactúan y pueden subir su denuncia o una foto”.
El sitio ha entregado la información recolectada a la empresa estatal Subterráneos de Buenos Aires (SBASE), para que tome cartas en el asunto. Uno de los administradores señala que el proceso de verificación de la información “requiere un trabajo arduo”. “Tenemos gente infiltrada”, asegura. “Actualmente estamos en una etapa en que hay muchos pungas nuevos. Los viejos se fueron a Brasil con motivo del Mundial [de fútbol]. Lo tenemos confirmado. Como el turismo del mundo va a estar allá…”.
El testimonio no hace más que confirmar la circulación internacional de los pungas. Meses atrás la televisión chilena emitió un programa especial dedicado a los delincuentes trasandinos que, “exiliados” del Metro de Santiago, venían a operar a Buenos Aires. Estimaciones de la propia prensa chilena aluden a que un 70% de los malvivientes que delinquen en el Subte serían de esa nacionalidad.
De acuerdo con el sitio, la línea B (que es la que transporta mayor cantidad de pasajeros) es la más afectada por el accionar de los delincuentes, sobre todo en el horario pico. La línea C es la segunda en importancia. En la línea D, en cambio, han decrecido las tasas delictuales por la aparición de efectivos encubiertos de la Policía Metropolitana.
“No somos partidarios de la justicia por mano propia. No es lo que queremos. Lo que se necesita es compromiso. Tenemos la convicción de que los cambios no son de arriba hacia abajo sino al revés. Hace un año, gracias a una chica que salió de testigo, dos pungas se entregaron en el juicio”, asegura uno de los administradores.