La estatización del sistema ferroviario ha vuelto a ocupar la portada de los diarios en Gran Bretaña luego de que el Partido Laborista, principal fuerza de la oposición en ese país, anunciara que apoyará la renacionalización de cara a las próximas elecciones, a celebrarse en 2020.
Al igual que en otras parte del mundo, en el Reino Unido los ferrocarriles fueron privatizados durante la década del 90, siguiendo un modelo de desregulación que incluyó la separación de operación e infraestructura y la balcanización de la red en un sinnúmero de operadores privados, a diferencia de lo ocurrido en otros países europeos donde las compañías estatales (Deutsche Bahn, SNCF, Renfe, entre otras) no sólo siguen existiendo sino que dominan el mercado ferroviario de cada uno de sus países.
Llamativamente, muchas de las compañías que operan servicios ferroviarios en el Reino Unido en la actualidad son subsidiarias de compañías estatales extranjeras tales como las citadas DB, SNCF e inclusive Nederlandse Spoorwegen (ferrocarriles holandeses).
La propuesta del laborismo establece que una vez vencidas las concesiones vigentes, en lugar de convocarse a una nueva licitación, el Estado se haga cargo de las mismas por medio de una nueva compañía operadora estatal, recobrando el control del sistema ferroviario nacional.
En contraste, el gobierno conservador que lidera David Cameron se encuentra estudiando la privatización de uno de los pocos componentes que queda en manos del Estado: Network Rail, la compañía que gerencia la infraestructura de toda la red ferroviaria, a lo que el laborismo se opone.
De acuerdo con la prensa británica, la renacionalización es crecientemente popular entre el público, ya que abundan las quejas por impuntualidad, baja calidad de los servicios y tarifas superiores al promedio de los países europeos.