Las estaciones Carabobo y Puán fueron inauguradas a fines de diciembre del año pasado, como primera etapa de la extensión de la línea más antigua del subte. La segunda fase, que la llevará hasta la Avenida Nazca, se encuentra en suspenso debido a los ya conocidos recortes presupuestarios del Gobierno de la Ciudad a SBASE. La construcción del nuevo tramo estuvo a cargo de las empresas Dragados y Construcciones S.A. (DyCASA) y Dragados Obras y Proyectos S.A., ganadoras del concurso de licitaciones llamado por SBASE, y duró cuatro años en el caso de las estaciones Carabobo y Puán.
Es por eso llamativo que en una de las dos estaciones más jóvenes del Subte haya surgido en los últimos días una considerable filtración de agua. Brota de una rejilla, cae por los baldosones de la pared y sigue por el piso hasta terminar en el balasto de las vías. Arrastra con ella sedimentos y deposita óxido sobre las superficies. Además, la pared cubierta solamente con revoque y pintura alrededor de la rejilla también está humedecida.
El personal de Metrovías se limitó a colocar provisoriamente una cinta de “Peligro” para evitar accidentes a los usuarios, pero mientras seguimos a la espera de una solución definitiva cabe preguntarse la causa de que se filtre agua en las instalaciones de una estación con un año de antigüedad. En varias oportunidades, Metrovías S.A. se ha excusado culpando por esta clase de hechos a la compañía de agua estatal AySA, ya que aquella debería estar a cargo del mantenimiento de los caños que en tantas oportunidades afectan al Subte. Esperemos que, en este caso, no esté relacionado a una mala calidad de materiales o a trabajos de construcción mal realizados.
Sin embargo, el fenómeno es inusual en una estación nueva, pero harto conocido en las que ya tienen varios años. En algunos casos, como la estación San José de la línea E, las filtraciones son ya groseras, y afectan profundamente bóvedas, paredes y azulejos; llevando varios meses así sin ninguna señal de trabajos para evitar el progreso. En la estación Plaza Italia, de la línea D, se procedió a realizar a nuevo el revoque de la bóveda, pero las obras quedaron inconclusas y así se ven hace tiempo. La bóveda de la estación Palermo fue cubierta por un material plástico antifiltraciones, que aún no fue recubierto con cemento ni tampoco se limpiaron los sedimentos calcáreos depositados en los azulejos de la estación. Desde los trenes, los pasajeros pueden observar una alarmante cantidad de filtraciones en los túneles, supuestamente construidos con hormigón aditivado con compuestos químicos para evitar el paso del agua. Si bien no es la misma mezcla utilizada en la línea H, se trata de un material de probada resistencia.
La moderna línea H tampoco está libre de las filtraciones. En la estación Once se observaron ya dos filtraciones importantes, mientras que en la combinación Humberto Primo – Jujuy ya se está descascarando la pintura. La estación Jujuy es una de las más deterioradas en la red por las filtraciones, y no fue objeto de ningún tipo de restauración tras la llegada de la línea H. En las estaciones Parque Patricios y Hospitales, que se están construyendo al sur de la Ciudad en terrenos anegadizos, los ingenieros impregnan los muros con una espuma que absorbe el agua de las filtraciones. Esto hace que aumente su volumen y obstruya los canales por donde el agua intenta ingresar al recinto de la estación.
El mantenimiento del Subte lleva varios años empeorando. Si en sus primeros años Metrovías pretendió brindar una imagen de progreso con respecto a la gestión estatal de SBASE, luego de la crisis de 2001 y la renegociación de los contratos de concesiones de servicios, fue progresivamente alejándose se este empuje inicial. En la actualidad, con el boleto subsidiado, tal como el Gobierno Nacional comenzó a anunciar explícitamente en todos los Subtepass, corresponde al usuario reclamar por un servicio público digno, que hace tiempo dista de serlo.