El suboficial mayor Miguel Ángel Rovira, uno de los últimos jefes operativos de la Triple A, falleció el pasado 23 de julio en su domicilio del barrio de San Cristóbal. Según da cuenta el diario Miradas al Sur en su última edición, Rovira había ingresado a la Policía Federal en 1959 como conscripto hasta llegar en los años 70 a pertenecer al estrecho círculo de colaboradores de José López Rega, entonces ministro de Bienestar Social y secretario de la presidente María Estela Martínez de Perón, ideólogo de la Triple A.
En diciembre de 1974, el periodista Rodolfo Walsh, que militaba en la organización guerrillera Montoneros, denunció el rol de Rovira en la organización paramilitar junto al subcomisario Rodolfo Eduardo Almirón, el comisario Juan Ramón Morales y el comisario general Alberto Villar (jefe de la Policía Federal). Walsh sospechaba que Rovira había participado en los asesinatos del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, el sacerdote Carlos Mujica, el profesor Silvio Frondizi y el ex jefe de la policía bonaerense Julio Troxler. Sobre esto, elaboró un informe que entregó a los medios de prensa, pero nada fue publicado.
En 1975, Rovira partió al exilio junto a López Rega, aunque regresó al país tiempo después. Permaneció en actividad en las filas de la Policía hasta 1981, cuando se retiró. En 1997, fue contratado como jefe de seguridad de Metrovías bajo las órdenes del gerente Horacio Velzaco. En una denuncia judicial, consta que recorría los andenes de la red durante la noche señalando a los “trabajadores díscolos” con una pistola dorada que emitía un láser rojo mientras se jactaba de conservar la ametralladora con la que decía haber matado al padre Mujica.
La seguridad de Metrovías
No es la primera vez que en la historia de la concesión del servicio de subterráneos se presentan denuncias sobre las formas elegidas por Metrovías para mantener la seguridad en la red a su cargo. En 2008, Daniel Quiroz -ex empleado de Metrovías a cargo de las filmaciones de los circuitos cerrados de televisión-, denunció ante la Justicia un supuesto espionaje que la empresa ejercería sobre sus trabajadores. “Dentro de mis funciones efectúe filmaciones al personal de Metrovías, a los delegados sindicalistas del subte para detectar a los cabecillas, material que era mirado y analizado en las oficinas de (Horacio) Velazco y Miguel Angel Rovira, que era jefe de seguridad”, dijo Quiroz ante el juez federal Ariel Lijo en aquel entonces. En otro párrafo de la denuncia penal, la 8606/08, Quiroz aseguró que “se colocó una cámara oculta (de menor tamaño) en el taller Constitución, en la bandeja de otra cámara visible que vigilaba la entrada en el recinto ubicado en el andén lado oeste”. Y explicó que los casettes se retiraban de noche, para no despertar sospechas entre los empleados.
En noviembre del año pasado, la denuncia de Quiroz fue retomada por el ex jefe de seguridad de Metrovías y UGOFE, Humberto Cisneros. En una conferencia de prensa junto al delegado Néstor Segovia en medio de una huelga, Cisneros explicó que también estaban intervenidos los teléfonos que se encuentran distribuidos a lo largo de los túneles, usados por el personal del Subte para comunicarse con distintas dependencias de la red.