La realización de actividades culturales es, sin duda alguna, la especialidad de Metrovías. Lejos de cumplir con las obligaciones del Contrato de Concesión, la empresa concesionaria del subte porteño hace 15 años se caracteriza principalmente por una excelencia en la prestación de una amplia oferta cultural en los espacios públicos del subterráneo.
La cantidad de actividades culturales que, quizá, buscan minimizar los gajes de culpa por no realizar su principal función – que consiste en una correcta administración del servicio de transporte que le fue adjudicado en los años 90- es tan amplia que ha llegado a ser motivo de burla en los recientes carteles de la campaña de colectivos por el reclamo de carriles exclusivos.
“El subte tiene moderna jazz band, cine, galería de arte. Para los colectivos sólo pedimos carriles exclusivos” dicen los letreros que recorren la ciudad hace varios días. Sin embargo, lejos de enfocarse en su tarea, la empresa continúa aumentando su oferta y estos últimos años apostó a la realización de más murales en la red, con el de la estación San Martín inaugurado en 2006 y el de la estación José Hernández destapado a fines del año 2007. Además de sus campañas solidarias, Metrovías se aboca de lleno a ofrecerle a sus agobiados pasajeros shows musicales de jazz, exposiciones artísticas y concursos literarios, entre otros.
En julio de este año es el turno de Jorge Bianchi quien se expone en la estación José Hernández con sus trabajos, como parte del programa “8 escultores 8 en el Subte”, llevado acabo por la empresa desde hace ya 11 años.
El ciclo continuará a lo largo de todo el año con destacados artistas como Cristina Costantino, Silvia Camacho, Horacio Duek, Agustín López y Ana María Maio. Cabe destacar que el curador de toda la muestra es el profesor César Fioravantti.
Paralelo a esto, como dato relevante, hace tiempo ya se puede observar un importante incremento en la cantidad de graffitis en formaciones y estaciones, especialmente en las líneas B y D; las más transitadas.
Curioso es, ya que la política de la empresa fue durante toda su gestión la prohibición de liberar trenes al servicio si los mismos se encuentran graffiteados. Hace ya un año que incluso se han llegado a ver trenes cubiertos de punta a punta con graffitis que cubren puertas y ventanas e impiden la visual de los pasajeros a través de los vidrios totalmente pintados.
La duda es, entonces, si la empresa ha modificado su política de larga data para darle lugar a nuevas formas de expresión cultural como parte de su programa SubteVive, o bien la ferviente y notable desidia en su gestión, también en incremento, ha alcanzado a decretar una “zona liberada” en los talleres y túneles durante la noche para permitir el ingreso de los ya clásicos graffiteros quienes llenan de color trenes que, en algunos casos, no han sido pintados desde la época de SBASE.