El ministro de Transporte, Mario Meoni, informó este miércoles que el Gobierno nacional tomará medidas para obligar a las empresas prestatarias de servicios de transporte público de pasajeros a que traben las ventanillas de las unidades para mantenerlas abiertas de manera permanente y, así, garantizar una adecuada ventilación de los interiores.
“Es enfermedad o frío. Habrá que viajar abrigado”, expresó Meoni en declaraciones periodísticas luego de participar de una reunión junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y las ministras de Salud, Carla Vizzotti, y de Seguridad, Sabina Frederic. Por la Capital Federal y el Gran Buenos Aires circulan “18 mil unidades de colectivos y 200 servicios diarios de trenes y esto no se puede hacer de forma inmediata. Hemos dado instrucciones para que en los ferrocarriles permanezcan abiertas todo el tiempo”, señaló el ministro.
El recrudecimiento de la cantidad de contagios de coronavirus, que ya superó los 27.000 casos diarios, llevó a las autoridades a reforzar medidas que se habían tomado al comienzo de la pandemia el año pasado: el control de acceso al transporte público para garantizar que sólo sea usado por trabajadores esenciales, la reserva de lugares en los ferrocarriles, la obligatoriedad de usar barbijo, refuerzo de la desinfección y, ahora, la ventilación de las unidades.
Ya desde el comienzo de la pandemia que el consenso científico pone especial énfasis en la capacidad que tiene el coronavirus para circular sobre las gotículas que emiten las personas al respirar. Este aspecto se vuelve aún más importante a medida que bajan las temperaturas: el frío no sólo baja las defensas de las personas, sino que también lleva a cerrar puertas y ventanas para preservar el calor ambiente, creando un caldo de cultivo excepcional para el virus.
En el transporte público, sobre todo en superficie, es donde más tempranamente se advierte el cierre de ventanillas al bajar la temperatura. Una simulación realizada por el diseñador del diario La Nación, Pablo Loscri, junto con dos investigadores del CONICET, Damián Ramajo y Santiago Corzo, para el caso de los colectivos muestra no sólo los patrones de difusión de las gotículas de la respiración -uno de los vectores del coronavirus- sino también su persistencia en el ambiente dependiendo de la intensidad de los flujos de aire. La proliferación de ventanillas fijas o con aperturas reducidas, necesarias para mejorar la eficiencia de los equipos de aire acondicionado, se vuelve entonces un aspecto crucial a modificar para reducir el riesgo de contagio en el transporte público.
SIMULACION
Como se comporta el #coronavirus dentro de un colectivo.Junto con 2 investigadores del CONICET, Damián Ramajo y Santiago Corzo le dimos forma a estas simulaciones que reproducen diferentes escenarios dentro de un colectivo
Escenario 1
🔴 ESTORNUDAR SIN BARBIJO pic.twitter.com/3RoyFAVAH6
— Pablo Loscri (@ploscri) April 11, 2021
Una situación similar se registra en los ferrocarriles de superficie. Los nuevos trenes de las líneas Roca, Sarmiento, Mitre y Belgrano Sur tienen ventanillas diseñadas para minimizar la disipación del aire acondicionado; aquellas que no son un paño de vidrio fijo tienen apenas un ventilete muy angosto en su parte superior. En otras líneas con material nuevo pero sin aire acondicionado, como el San Martín, el panorama tampoco es mejor: las ventanillas sólo se abren por la mitad y en su parte superior, por lo que el aire fresco no sólo no llega a quienes viajan sentados sino que su flujo es escaso para los que van parados. Además, los pasajeros tienen la posibilidad de cerrar las ventanillas. Si esto se combina con el hecho de que no siempre los ventiladores están encendidos, o se los enciende cuando el tren ya avanzó varias estaciones en su recorrido, el riesgo de contagio aumenta.
En el caso del Subte, la ventilación ha sido históricamente un problema. La mayoría de las estaciones de las líneas originales tienen dimensiones reducidas y escasas aperturas para el ingreso de aire fresco. En la línea H y en las prolongaciones de las líneas A, B, D y E la circulación de aire es mejor aunque no siempre los equipos de ventilación forzada se encuentran encendidos o funcionando a una potencia acorde a la emergencia.
La incorporación de trenes con aire acondicionado replica bajo tierra los inconvenientes que hoy se observan en la superficie, con el agravante de que los condensadores toman y descartan el mismo aire viciado que ya circula en túneles y estaciones dado que todavía no se han hecho las obras de ventilación necesarias para disiparlo al exterior. Si bien la incorporación de filtros HEPA -que se usan en aviones y quirófanos- podría ayudar, no está claro aún si los equipos de los trenes están preparados para recibirlos. Por el momento, sólo queda intensificar la desinfección, controlar los accesos a la red, tratar de mantener una frecuencia lo más alta posible, todas las ventanillas abiertas y la ventilación forzada al máximo para evitar que las aglomeraciones ayuden al virus a propagarse aún más rápido.