Desde finales del año pasado el comercio marítimo internacional sufre alteraciones en puntos importantes. A los ataques de los hutíes hacia las embarcaciones que cruzan el Mar Rojo se le sumó una sequía histórica en el Canal de Panamá, trayectos clave para las rutas comerciales. Esto generó demoras inéditas y retrasos importantes en las cadenas de subministro globales.
El primero de los casos afectó fuertemente a las principales navieras del mundo. A finales de octubre de 2023 el grupo insurgente hutí, uno de los principales protagonistas del conflicto yemení, comenzó a atentar contra buques mercantes que atraviesan regularmente el Mar Rojo, una importante ruta comercial entre Asia y Europa.
Los reiterados ataques obligaron a MSC, Hapag-Lloyd, Maersk, CMA, CGM y COSCO a suspender el tránsito y tomar trayectos más largos, con impactos en disponibilidad de contenedores y tiempos de viaje. Maersk intentó reanudar sus servicios regulares por esta vía pero un nuevo ataque retrajo la decisión. Ante estas alteraciones, el costo del flete internacional sufrió un fuerte alza.
En este contexto, creció el interés por las rutas ferroviarias entre China y Europa. Si bien muchas empresas europeas se resisten a utilizarla porque estas atraviesan Rusia, que sufre sanciones económicas internacionales y un aislamiento respecto a la economía occidental producto de la guerra con Ucrania, la demanda por esta alternativa ha aumentado significativamente. Se estima que las consultas por la modalidad férrea se incrementaron un 40% respecto a los meses previos al conflicto.
La crisis en el país centroamericano, por su parte, ha implicado la disminución del tráfico de buques en un punto central de la logística internacional. Los bajos niveles de agua producto de la falta de lluvias y de los efectos del fenómeno climático conocido como “El Niño” llevan a que se soporten menos barcos que los habitualmente circulantes. Se trata de la segunda peor sequía de su historia que llevó a la Autoridad del Canal de Panamá a tomar la decisión de disminuir el tránsito.
Para amortiguar los impactos, el gigante danés Maersk comenzó a utilizar el ferrocarril para transportar carga desde una costa a la otra, buscando bajar el tiempo de espera generado por las nuevas condiciones. La naviera dispuso que el servicio OC1 que vincula Oceanía con América temporalmente utilice un “puente terrestre” que, mediante el ferrocarril, permitirá el desplazamiento de los contenedores vía terrestre.
Por su parte, el gobierno de Colombia aprovechó el contexto de crisis para reflotar el proyecto ferroviario entre los municipios de Turbo (Antioquia) y Cupica (Chocó), que permitiría ofrecer una conexión terrestre interoceánica alternativa al Canal de Panamá. Este tramo que fue propuesto por primera vez en 1994 ya despertó el interés tanto del sector privado nacional como de China, que se vería beneficiada con mayor dinamismo en sus rutas con destino a Europa.
Estos eventos ponen de relieve la importancia del ferrocarril en la logística internacional por un lado, para ayudar a reducir impactos de las crisis que afectan temporalmente las rutas logísticas internacionales, pero también como una modalidad previsible, segura y eficiente para el transporte regular de cargas.