Las instalaciones del malogrado emprendimiento Pilar Bicentenario, ubicado junto a la nunca inaugurada estación Panamericana de la línea Belgrano Norte, fueron adaptadas para funcionar como centro vacunatorio contra el COVID-19.
El edificio del estacionamiento –que nunca llegó a habilitarse como tal–, ubicado en el kilómetro 46 del ramal Pilar de la Panamericana (RN 8), fue rehabilitado por el municipio de Pilar e inaugurado semanas atrás. Según puntualizaron las autoridades locales, se trata de uno de los centros de vacunación “con mayor capacidad en la región”, con 12 consultorios y 70 plazas de estacionamiento.
El predio, tal como informó entonces enelSubte, se halla bajo control municipal y ya había comenzado a ser utilizado desde el principio de la pandemia como centro de testeo.
La estación Panamericana, en el limbo
El fracasado emprendimiento Pilar Bicentenario había sido adquirido por un oscuro consorcio privado con vistas a concretar un desarrollo inmobiliario en la zona, que incluía la construcción de edificios de vivienda y corporativos, consultorios médicos e instalaciones comerciales. En su primera etapa, el proyecto contemplaba la construcción de una estación de la línea Belgrano Norte (las vías son linderas al terreno) para la implementación de un servicio de tipo park & ride, que indujera a los automovilistas de la zona a dejar sus vehículos en un complejo de estacionamientos y luego abordar un tren rápido diferencial con destino a Buenos Aires (estación Retiro Belgrano).
El proyecto parecía marchar a buen ritmo cuando en 2016 –en el medio de la crisis tractiva del Belgrano Norte– la gestión anterior decidió dar de baja el proyecto del diferencial y ordenó modificar el proyecto de Panamericana, originalmente proyectada con andenes altos, para convertirla en una estación común con andenes bajos.
Pero tras esta modificación, y cuando la construcción de la estación estaba encaminada y se prometía su habilitación para mediados de 2017, la gestión Dietrich anunció la elevación de los andenes de todas las estaciones del Belgrano Norte, sumando nuevas demoras al proyecto. Finalmente, todo estalló por los aires al descubrirse que el emprendimiento inmobiliario se financiaba con una trama de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
Como la traza ferroviaria siempre estuvo en terrenos del Estado y no estaba afectada por la situación judicial del proyecto inmobiliario, se decidió seguir adelante y licitar la elevación de los andenes de la nonata estación en conjunto con Villa Rosa. La obra fue adjudicada, pero al poco tiempo el contrato fue rescindido. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con el resto de las estaciones, que fueron relicitadas, Panamericana quedó al margen.
El resultado del entuerto es la situación actual: dos andenes bajos inhabilitados, por los que los trenes pasan sin detenerse, emplazados de acuerdo a la conveniencia de un emprendimiento inmobiliario que jamás verá la luz. De haberse avanzado con su construcción elevada, tal como originalmente se había previsto, la estación podría funcionar, aunque su utilidad sería limitada: los andenes están ubicados a unos 300 metros del cruce con la Panamericana, sin acceso peatonal sencillo.
Hasta ahora, las autoridades no han dado ninguna señal de tomar alguna decisión con respecto a la estación Panamericana. Entre las alternativas está la elevación de los andenes existentes o su reconstrucción en una nueva ubicación, bajo la traza misma de la Panamericana –permitiendo la combinación con líneas de colectivos– o aún del otro lado de la autopista, donde se ubican centros comerciales y edificios de departamentos. Hasta que esto ocurra, Panamericana continuará siendo una estación fantasma.