Si bien era esperable que esto ocurriera luego de las elecciones, el descontento es el mismo. Por decisión del secretario de Transporte Ricardo Jaime, en una medida avalada por su superior Ministerio de Planificación Federal, las tarifas aumentarán alrededor de un 20% a partir del 1 de enero de 2008, lo que producirá un incremento de 20 centavos en el valor del viaje en el Subte. El argumento oficial de este incremento es disminuir la cantidad de subsidios a las empresas concesionarias. Metrovías registra actualemente un ingreso mensual de 33 millones de pesos.
Es cierto que el transporte público del Gran Buenos Aires, al menos en lo que respecta al subterráneo, tiene precios que no son equiparables a los de países vecinos. Sin embargo, se olvida incluir en esa tarifa lo que todo el país paga en impuestos que luego se convierten en subsidios para el transporte, prácticamente duplicando el valor nominal del pasaje. Para que la comparación sea efectiva debe además considerarse el costo de vida y el costo de operación del servicio –que en el caso de Metrovías es menor al de empresas que deben encarar obras de infraestructura y extensión–.
Suena entonces paradójico escuchar versiones que aseguran que la medida es acorde a la situación tarifaria, ya que “una tarifa de $0,70 era inadmisible”. Se pasan por alto, además de los subsidios, los voluminosos incrementos de ganancias de Metrovías en alquileres, franquicias, publicidad y tercerización de actividades. Se autoriza un incremento para retirar parte de subsidios de los cuales nunca nadie dio explicaciones sobre dónde fueron invertidos. Se lleva el boleto a 0,90 sin saber qué se hacía con los 0,70 más los subsidios y demás ganancias de una empresa que lo único que hace es pagar los sueldos de los empleados.
En 1996 el entonces gobierno de Carlos Menem autorizó una suba de tarifas de 0,50 a 0,60 centavos, argumentando que las ganancias serían destinadas “a la adquisición de nuevos coches para la línea A y la construcción de la línea F”. Ambas promesas, con un boleto 0,40 centavos más costoso que en la fecha de dicho anuncio, aún no fueron concretadas.
En 1998 –año en el que ocurrió la primer prórroga del contrato de concesión de Metrovías, extendido desde el 2012 hasta el 2017– se aprobaron adicionales que llevaron la tarifa primero a 0,60 en 1999 para luego llegar a la actual de 0,70 en el año 2000. La medida fue anunciada en ese entonces con promesas de transferir el Subte a la Ciudad, de construir la línea H en 5 años y de “aplicar un programa de mejoras integrales en la red existente”, plan que si realmente existió y fue aplicado, sin duda no fue para nada bien diseñado.
Una vez más aumenta el pasaje, pero lo llamativo de este aumento es que, a diferencia de los anteriores, ya ni se prometen ni se anuncian inversiones. Sólo se aduce que el aumento servirá para anular subsidios, subsidios cuestionados desde el primer momento básicamente porque nadie sabe para qué están ni dónde son aplicados. No se conocen los costos reales de Metrovías ni, en consecuencia, en qué se aplica el dinero público –ni la porción de subsidio que se retira ni la que permanece–.