Otra vez Metrovías amenaza con dañar parte del patrimonio histórico de la red de subterráneos. Y otra vez la afectada es la línea B, que ha perdido ya sus grandes carteles cerámicos empotrados y el revestimiento de sus estaciones a manos de anodinas placas grises. Ahora sería el turno de los trenes Mitsubishi originarios de la línea Marunouchi de Tokio.
(Un coche Mitsubishi expuesto como pieza de museo, en Tokio)
Los coches son venerados por su buen servicio pero también por su excelente diseño en Japón –fueron diseñados por la Universidad Nacional de Tokio hace más de 50 años y premiados por ello–, donde se guardan algunos de ellos como reliquia. Su pintura roja con una guarda metálica se ha convertido en un clásico no sólo en su país de origen sino, si se quiere, en Buenos Aires. Pero aquí Metrovías no les dio el mismo trato. Prácticamente ninguno fue repintado desde que llegaron a la Argentina hace cerca de 15 años, pasando del rojo vívido que testimonian las fotografías a un ocre apagado por el hollín. En los últimos tiempos, además, por la falta de control y de un adecuado mantenimiento, se han visto afectados por infinidad de grafitis y por el oxido.
¿Qué hizo la concesionaria? Según comentan allegados, la empresa –fuertemente subsidiada por el Estado nacional, si bien reporta ganancias en su ejercicio 2008– dispuso que por razones de presupuesto no se vuelvan a pintar los coches Mitsubishi, aunque en el taller Ruben Darío de la línea Urquiza dispone de dos cabinas al efecto. La solución elegida, si cabe el término, es que se les coloque un plotteado autoadhesivo con el esquema institucional de Metrovías.
Se evitan así además eventuales reparaciones a la chapa y queda todo económicamente cubierto por planchas de plástico. Como quedan tapadas las filtraciones con chapas metálicas o con las susodichas placas el alicatado que la concesionaria no se dispone a mantener, a pesar de estar obligada por el contrato de concesión e incluso por ley nacional en el caso de las estaciones consideradas Monumento Histórico Nacional.
(Todavía sirviendo en la línea Marunouchi, con un sucesor en vía contraria)
Metrovías sigue tapando intentando en vano que el público no vea las falencias en el servicio que se comprometió a prestar. Los organismos del Estado encargados de controlar siguen haciendo la vista gorda. El plotteado amarillo, si se confirma, es un atropello histórico hacia coches que se distinguen por su diseño. Pero es sólo una más de una larga serie de negligencias y desatenciones que degradan cada día más el patrimonio, el servicio y la seguridad de la red de subterráneos. Lo que por afuera es pintura por dentro son instalaciones eléctricas en mal estado o partes literalmente podridas que no se recambian.
(Así llegaron los Mitsubishi a la Argentina, con 35 años de servicio a cuestas)