El 18 de octubre de 2007, la inauguración del primer tramo de la línea H fue de especial trascendencia para la Ciudad de Buenos Aires. Después de años de esfuerzos, atravesando incluso la mayor crisis económica de la historia argentina, la Capital ponía al servicio público la primera línea de Subtes construída tras 63 años. Desde que el 20 de junio de 1944 se inauguró el primer tramo de la línea E, el Subte había entrado en una virtual parálisis que sólo se rompería a principios de los 80, cuando comenzó la actual fase de expansión de la red.
Sin embargo, ese dia estuvo marcado por serios inconvenientes técnicos y legales que impidieron que se transformara en una verdadera fiesta porteña. Hasta pocos días antes de la inauguración, se suponía que la flamante traza sería operada por Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (SBASE), empresa del Gobierno porteño que operó la red desde 1963 hasta que fue concesionada por la Nación en 1994 a Metrovías. A partir de entonces, SBASE se había abocado al diseño, construcción y control de las nuevas líneas y extensión de las existentes con relativo éxito. La apertura de la H significaba, por lo tanto, el regreso de SBASE a la operación de por lo menos una línea del Subte de Buenos Aires tras trece años de ausencia. Además, la red contaría con dos compañías dedicadas a su explotación: Metrovías en la red histórica y SBASE en la H. Esta situación no se veía desde que las compañías originarias – Anglo Argentina (línea A), Lacroze (línea B) y CHADOPyF (líneas C, D y E)- se integraron a la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires (CTCBA) el 16 de febrero de 1939. Como si esto fuera poco, la línea H quedaba exeptuada de la compleja situación jurisdiccional, que impide a SBASE el efectivo control de los bienes que son de su propiedad, al ser construída por la Ciudad tras la concesión a Metrovías.
En este sentido, los preparativos avanzaban hasta pocos días antes de la inauguración para el regreso de SBASE: los coches Siemens, Orenstein & Koppel, desafectados de la línea C para servir de flota provisoria en la H hasta tanto pudieran comprarse formaciones nuevas, fueron pintados con el esquema amarillo y gris de Metrovías pero sin ningún tipo de logo corporativo. Sin embargo, a último momento el gobierno de Jorge Telerman decidió entregarle la H a Metrovías en “concesión precaria” por varios motivos. Por un lado, SBASE ya no disponía de las escuelas para capacitar al personal de tráfico de la línea, ni tampoco con los talleres necesarios para realizar el mantenimiento al material rodante. Cabe recordar que entonces el taller Colonia todavía no había sido equipado con su necesario torno bajo piso, lo que evitaría tener que retirar a las formaciones a través del techo corredizo para colocarlas en un carretón y trasladarlas a Federico Lacroze, en donde son acopladas a los coches de la línea Urquiza y trasladadas al taller Rubén Darío para su mantenimiento.
Por otro lado, existían impedimientos de orden legal y político que forzaron a otorgar la concesión a Metrovías: la ley 317 y su modificatoria, la 670, establecían que las nuevas líneas debían ser operadas únicamente por un concesionario privado, algo revertido 6 meses después por la Legislatura porteña con la sanción de la nueva ley 2710/2008. Dado que Metrovías era la única empresa en condiciones de comenzar a operar la H en los tiempos que a la política convenían (la línea H fue inaugurada diez días antes de las elecciones presidenciales con presencia de funcionarios nacionales y en el marco de una renovada relación entre el kirchnerismo y el gobierno porteño tras las elecciones comunales que consagraron Jefe de Gobierno a Mauricio Macri), el gobierno de Telerman decidió entregarle la operatoria bajo la figura de “concesión precaria”, sin mediar licitación pública alguna, por un plazo de tres años que vence en octubre de este año.
El ex director de Subterráneos de Buenos Aires, Alejandro Franco, formó parte de un equipo que presentó una denuncia poco tiempo después de otorgada la “concesión precaria” de la línea H a Metrovías, argumentando que la misma no fue adjudicada a través de los procedimientos dispuestos en la ley 670, donde se establece que el estado puede hacerse cargo de la operación de las nuevas líneas, o bien otorgarle la administración a una empresa privada a través de la Legislatura porteña, paso que nunca se cumplió, ya que fue el Ejecutivo porteño quien privatizó el servicio sin pasar por la Legislatura de la Ciudad.
Sin embargo, la concesión precaria podría caer antes de lo previsto. El legislador Eduardo Epsteyn, de Diálogo por Buenos Aires -agrupación política de Aníbal Ibarra-, está preparando acciones para terminar el contrato. Se desconoce aún cuál será el lineamiento político a seguir desde el Poder Ejecutivo de la Ciudad en relación con la futura operación de la línea H tras el vencimiento de este contrato.