Según los estados contables publicados en su sitio web bajo la sección Inversores –pocos, pues su controlante Benito Roggio Transporte S.A. acapara cerca del 90% del paquete accionario–, el resultado del ejercicio del año 2008 arrojó para Metrovías S.A. ganancias por $5.507.834, incrementando su patrimonio neto de unos 44 millones de pesos hasta cerca de 50 el año pasado. Para la concesionaria, por tanto, sigue siendo un buen negocio operar la red de subterráneos. Aunque eso se logre a cualquier precio.
Que Metrovías reporte ganancias no es en sí extraño ni reprochable: es una empresa privada y no está ni en su función ni en su lógica funcionar a pérdida. Lo sorprendente o cuestionable es que según afirman sus propios portavoces lo hace. Y de hecho tienen parte de razón: según surge del informe, es el “ajuste por mayores costos” reconocidos por el Estado lo que equilibra las cuentas. En otras palabras, el tan cuestionado subsidio que desde hace años es sistemáticamente revisado al alza.
Sin el “ajuste por mayores costos” computado en el anexo H del documento, la operación del servicio significaría una pérdida de $146.828.829, siempre según documentación oficial de la concesionaria. Ahora bien, como se ve los subsidios no sólo evitan que Metrovías quede en rojo, sino que también le garantizan en la práctica un nivel de ganancia reconocido por el contrato de concesión.
A cambio de qué, cabe preguntarse. ¿El aporte de subsidios estatales a una operadora privada viene acompañado de mayores controles en lo que hace a la prestación del servicio público a su cargo? El estado de las estaciones y del material rodante, la limpieza y la frecuencia de los coches no sugieren una respuesta afirmativa. ¿Quién gana sumando al tradicional déficit un premio a la ineficiencia para transformarlo en ganancia? ¿Los pasajeros?