Dos murales del artista Rogelio Polesello, de más de cinco metros de altura cada uno, fueron inaugurados ayer en la estación José Hernández de la línea D de subterráneos. “Yo mismo de chico admiraba los murales de los subterráneos cuando me llevaba mi mamá. Me parece maravilloso poder estar ahora en la historia de estos murales, que verán los chicos de hoy”, comentó Polesello al diario La Nación.
En la inauguración estuvieron presentes la ministra de Cultura de la ciudad, Silvia Fajre, y el futuro ministro de esa cartera, Hernán Lombardi, que llegó al terminar los breves discursos. Se saludaron con un beso y se los vio conversar muy amigablemente. Dijeron que quieren hacer una transición normal y ordenada. Fajre dijo que conoce a Lombardi desde hace años. Luego ambos iban a recorrer el Centro Cultural Recoleta y otras dependencias, para que el futuro ministro se pusiera en contacto con la situación y los funcionarios. Lombardi dijo que encara su tarea con entusiasmo.
La presentación de los dos nuevos murales, bautizados Sin límites y enfrentados en distintos andenes, se inscribe en el programa de gestión cultural de la empresa Metrovías, denominado Subte Vive. Desde 1997, dentro de ese programa ya se han colocado 22 murales de once artistas, según comentó su director, Juan José Romero.
El primero de ellos fue una obra de Florencio Molina Campos, que inauguró su viuda. Luis Felipe Noé, presente ayer en el acto, es otro de los artistas con obras en el subterráneo, al igual que Josefina Robirosa, Fernando Allievi, Hermenegildo Sábat, Horacio Altuna, Carlos Páez Vilaró, Santiago García Sáenz, Luis Benedit y Andrés Compagnucci. Romero aclaró que además de incorporar nuevos valores se está haciendo una restauración permanente de los murales viejos. De hecho, en la estación José Hernández se podía advertir ayer que está en reparación un mural de Raúl Soldi.
“Queremos que la gente esté en contacto con el arte”, dijo el presidente de Metrovías, Alberto Verra, quien señaló que cada día usan el servicio 1.100.000 pasajeros. “Esto trasciende el tiempo, y a todos nosotros”, expresó. Después de dejar pasar un tren, para que el ruido no tapara sus palabras, la ministra Fajre indicó que “el arte no es para estar encerrado en los museos; debe ser el escenario cotidiano de la vida de la gente”. Y agregó: “Desacralizar la cultura, ponerla al alcance de la gente es una apuesta que vale la pena”.
Los murales fueron realizados por un equipo de ceramistas y docentes del Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA), dirigido por Teodelina García Cabo. Los especialistas trabajaron durante todo este año en la transferencia correcta de la obra de Polesello a la cerámica, como ya hicieron con los otros murales que encargó la empresa de transporte de pasajeros en la última década.
Antes de que se descubrieran los murales, Polesello confesó que estaba ansioso por verlos y agradeció a la curadora Mercedes Casanegra por haberlo convocado. El artista, cuyas primeras obras datan de fines de los años 50, explicó que cada mural apunta en la dirección hacia la cual va el tren. “En realidad -dijo, con sencillez-, son las obras que tengo más cerca, a cuatro cuadras de mi estudio y de mi casa. Voy a poder verlas todo el tiempo.”