Luego de estar en los más variados proyectos, la línea H finalmente fue inaugurada el 18 de octubre de 2007. Estaba destinada a ser una obra con un potencial estratégico ineludible para la integración norte-sur de la Ciudad, cumpliendo así con el viejo anhelo del proyecto del Metropolitano municipal de 1907. En los años ‘30, la CHADOPyF (Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas) tomó prestada la idea y la incluyó en el proyecto de su red como “Línea IV”. En 1939, cuando ya había avanzado con las líneas C, D y E, la naciente Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires obligó a la empresa a ceder sus bienes. La línea IV se perdió entre expedientes judiciales y un olvido de décadas.
En 1971, reapareció nuevamente en un proyecto elaborado por el Ministerio de Obras y Servicios Públicos con una letra acorde a su historia: la H. El recorrido planeado en ese masterplan tenía el difícil objetivo de unir Retiro con el partido bonaerense de Lanús siguiendo esta traza en capital: Av. Santa Fe, Av. Pueyrredón, Plaza Once, Av. Jujuy, Av. Caseros, Almafuerte, Av. Sáenz, Puente Uriburu, y en terreno provincial: Av. Valentín Alsina, Máximo Paz e Hipólito Yrigoyen. Esta fue la última vez que la H estuvo cerca de construirse.
A fines de los 90, ya consagrada la autonomía porteña, el Ejecutivo a cargo de Fernando De la Rúa la incluye en la ley 317 junto a nuevas líneas transversales y radiales. En 2001, en medio de enormes dificultades presupuestarias por la crisis económica, el gobierno de Aníbal Ibarra finalmente logra extraer la primera palada de tierra. Lentamente, y siempre en silencio, la H se abría camino debajo de la avenida Jujuy. Llegaba desde el sur postergado para unirlo con un norte siempre beneficiado por la obra pública y la inversión privada. Finalmente, en octubre de 2007 se inauguran las actuales cinco estaciones con coches Siemens O&K de 1934, comprados por la CHADOPyF para la línea C.
Los eficientes coches alemanes son, en el segundo aniversario de la línea amarilla, lo único que hace ruido en las inmensas estaciones. Los pasajeros que la usan son pocos, la necesidad de que se culmine la obra son inmensas en una ciudad agobiada por el tráfico y con sus sistemas de transporte saturados y obsoletos. La gestión del PRO, que no se cansa de declamar su supuesta vocación “pro-subte”, recortó por segunda vez consecutivas los fondos para terminar las obras. La estación Corrientes está terminada desde marzo de 2009, pero la poda fue tan brutal que ni siquiera hay dinero para comprar la catenaria y las señales. Es lo único que le falta para entrar en servicio y empezar a llenar a la H de pasajeros apurados que buscarán sus amplias estaciones tras salir de la colapsada línea B.