Renovación de rieles y durmientes, catenaria y sistema eléctrico, elevación de andenes y remodelación de estética e iluminación de estaciones y túneles, colocación de escaleras mecánicas y ascensores. Estas son las obras que formaban parte de las obligaciones que Metrovías debía llevar a cabo como parte del Contrato de Concesión de la red de subterráneos, celebrado en 1993.
Las mismas comenzaron en el año 2001 mediante la colocación de los primeros dos ascensores en la estación Acoyte y la tímida renovación de unas pocas estaciones, pero la crisis de ese mismo año dejó sin efecto los trabajos y luego -ley de emergencia ferroviaria mediante- la renegociación de contratos liberó a Metrovías de la responsabilidad de esta y otras obras, las cuales pasaron a la órbita del Estado Nacional, quien las paga con un crédito del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y las adjudicó mediante licitación a Benito Roggio Construcciones en el año 2005.
Desde ese año que la línea A está inmersa en una numerosa cantidad de obras que se extienden a lo largo de todo su trazado. Ya sea la colocación de ascensores, obra que hasta afecta el tránsito en algunas partes de la ciudad, o la renovación del sistema eléctrico, lo que demoraría la inauguración de Puan y Carabobo, la línea A continúa con sus obras lentas pero firmes.
La clave: intentar conservar lo histórico de una línea cuyas estaciones, en su totalidad, fueron declaradas Monumento Histórico Nacional en 1997 por el entonces presidente Carlos Menem. Para ello se conservan los colores en los azulejos y pinturas originales de las estaciones, como así también la señalética de las mismas, evitando colocar las ya clásicas de Metrovías, ubicadas sólo en Lima y las restantes líneas.
Notas relacionadas
Conservando la historia