Este viernes por la mañana, el presidente Mauricio Macri encabezó el promocionado acto de inauguración del Metrobús de La Matanza. El mandatario dijo que este metrobús simboliza “una Argentina donde las obras comienzan y terminan en las fechas prometidas, en un país donde las obras vuelven a ser sinónimo de futuro, de alegría, de esperanza y nunca más de corrupción”.
Con varios tuits, el ministro Dietrich hizo lo propio: “Llegamos, prometimos y cumplimos”, celebró. La cuenta institucional de su ministerio expresó que “haciendo las cosas que hay que hacer, se puede!“, parafraseando varios de los eslóganes políticos que el oficialismo utiliza. En un video, el Ministerio de Transporte incluso apeló a lo emotivo: “Obras que emocionan“.
No es la primera vez que el gobierno nacional presenta a esta obra –y a otras del área de Transporte– como un contrapunto con la gestión anterior, como una acción de gobierno que “lleva” obras a lugares antes marginados y que transforma el día a día de aquellos que habían sido largamente postergados. En este sentido, los días previos a la inauguración estuvieron marcados por una importante campaña virtual orquestada por el Ministerio en la que se muestra el antes y el después de la zona.
Sin embargo, el relato oficial encuentra un obstáculo: el Metrobús de La Matanza fue planificado y licitado durante la gestión de Florencio Randazzo. De hecho, hasta el financiamiento fue negociado por el ex ministro, gracias a la firma de un crédito de 120 millones de dólares acordado en 2015 con el Banco Mundial. Difícilmente se pueda atribuir su concepción, al menos de buena fe, al actual gobierno. El alevoso intento de apropiación por parte del gobierno actual generó burlas y críticas en las redes sociales.
Ante el revuelo, Dietrich salió a reconocer que se trataba de una obra heredada, pero acusó a la gestión anterior de no haber terminado la construcción para 2015. Sin embargo, cabe recordar que no era éste el plan original: el inicio efectivo de las obras fue anunciado por Randazzo en su último día de gestión, en diciembre de ese año, con un plazo de ejecución de 14 meses (ver más abajo).
Lo que sí puede atribuirse al gobierno es la polémica decisión de “podar” el proyecto, originalmente concebido como un BRT, rebajándolo a una simple obra de carriles exclusivos en apenas una porción de la extensión original.
El proyecto presentado por Randazzo en 2015 contemplaba dos ramales que discurrían entre el nudo vial del kilómetro 29 de la ruta 3 (estación Independencia de la línea Belgrano Sur) y la estación Ramos Mejía de la línea Sarmiento, por un lado, y la avenida General Paz, por otro. Por allí circularían servicios troncales, expresos y locales que hubieran transformado a ese corredor en un auténtico BRT.
En cambio, las nuevas autoridades decidieron cortar el recorrido en la avenida Dr. Ignacio Arieta, en el centro de San Justo, e imitar la experiencia de los metrobuses porteños, limitándose simplemente a encauzar el tránsito de colectivos por el centro de la calzada, sin alteración alguna a los recorridos. De hecho, la intención de imitar a la CABA fue tal que modificaron el proyecto para armonizarlo estéticamente (color de techos, señalética) a los corredores de Metrobús de la Ciudad, símbolo de la política de transporte del PRO.
El Ministerio de Transporte ensayó una defensa, aclarando que “cuando llegamos el proyecto estaba licitado y adjudicado hasta donde llega hoy”, confirmando que se limitaron a construir lo que la gestión de Randazzo había dejado encaminado.
Otras obras heredadas
Excepción hecha del polémico soterramiento de la línea Sarmiento, la mayoría de las obras importantes de transporte actualmente en ejecución fueron previstas, planeadas, financiadas o bien comenzaron a ejecutarse durante la gestión de Randazzo. Tal es el caso de las renovaciones de vías en las líneas de cargas administradas por el Estado (Belgrano, San Martín, Urquiza), la incorporación de nuevas locomotoras y vagones de carga de origen chino, la electrificación de la línea Roca, las renovaciones de estaciones ferroviarias del área metropoloitana y hasta la puesta en valor del centenario edificio de la estación Retiro Mitre.
La particularidad es que las obras anteriores, todas heredadas, fueron comunicadas por el gobierno de Mauricio Macri como muestra de un presunto contraste con el gobierno anterior. La restauración de Retiro Mitre fue promocionada con notorio entusiasmo por distintos medios afines al Gobierno.
En este último caso, la restauración fue complementada por el actual gobierno con una “vuelta de tuerca”: un polémico plan inmobiliario y comercial que llevó al aumento de los valores de los alquileres y al desplazamiento de tradicionales comercios, como el Café Retiro, que ahora será reemplazado por un local de comida rápida.