Poco más de un millón de personas utilizan el Subte durante el día, pero pocos saben que eso es posible gracias a quienes trabajan durante la noche para que la red pueda funcionar aún con todas las dificultades y falencias que presenta para la experiencia del pasajero. Gracias a la predisposición de la operadora Metrovías, enelSubte pudo visitar algunas de las instalaciones de la línea A habitualmente vedadas al acceso de los usuarios.
Uno de los lugares más importantes para que los trenes puedan operar son las subestaciones rectificadoras (SER), que suministran la corriente que las formaciones necesitan para desplazarse por los túneles. Juan Torrea, jefe de la SER Parque Rivadavia de la línea A, mostró las instalaciones a su cargo a enelSubte y explicó que allí se encuentran los grupos transformadores y rectificadores que alimentan las catenarias de la centenaria traza.
Dichos equipos convierten los 13.200 volts que se reciben de la distribuidora eléctrica Edesur, que circulan entre las distintas líneas por los cables más gruesos dispuestos en una de las paredes del túnel, a 1600 volts que luego son rectificados -es decir, pasados de corriente alterna a contínua- y enviados a los hilos de contacto de donde los trenes los toman mediante sus pantógrafos. Además, el personal especializado puede monitorear que el suministro eléctrico sea el adecuado mediante los tableros de control allí dispuestos.
Sin embargo, para que Subte pueda funcionar no sólo necesita energía sino también aire. Las estaciones más modernas, como aquellas que forman parte de la línea H o de las prolongaciones de las líneas A y B, cuentan con equipos de ventilación que inyectan aire limpio de la superficie y extraen el aire viciado de las cavernas de las estaciones.
En Plaza Flores, al igual que en el resto de las nuevas paradas que se agregaron a la línea A al oeste de Primera Junta, se encuentra una sala de ventilación que aloja los equipos encargados de la circulación del aire. En total, Flores cuenta con cuatro potentes inyectores que ingresan el aire de la superficie, previamente filtrado, por los tubos de ventilación que se pueden ver en la parte superior de la estación. Su tarea es complementaria con la de dos extractores, que retiran el aire viciado y caliente por las rejillas ubicadas en la parte inferior de los andenes para evitar que el ambiente de la estación se recaliente por efecto de los motores de los trenes.
En una línea cuya flota está íntegramente compuesta por formaciones con aire acondicionado, el buen funcionamiento de estos sistemas es indispensable para garantizar que las temperaturas de las estaciones no se eleven demasiado. No obstante, su tarea no se limita únicamente a mejorar la experiencia de los pasajeros: en caso de incendio, el sistema de ventilación está diseñado para que funcione únicamente como mecanismo extractor de aire y humo del recinto para evitar que las llamas se propaguen con mayor velocidad.
Otro aspecto fundamental para la correcta operación de una línea de Subtes es contar con cocheras lo suficientemente amplias para guardar los trenes cuando han culminado su horario de servicio. La cochera San Pedrito, ubicada al oeste de la cabecera de la línea A, se diseñó con ese propósito; allí se dirige, cada noche, la mayoría de las formaciones CNR para su guardado y, asi, evitar que puedan ser vandalizados por graffiteros como lamentablemente sucedió durante los últimos años de servicio de sus antecesores, los coches belgas La Brugeoise.
La cochera San Pedrito se complementa con el taller Nazca. Ubicado en el tramo final de los 972 metros que mide el complejo que integra con la cochera, allí se realizan las tareas de mantenimiento y la reparación de averías menores de los trenes CNR mientras que el centenario taller Polvorín, ubicado en superficie en la intersección de Emilio Mitre y Bonifacio, se encarga de las reparaciones generales de las formaciones de la mayoría de las líneas del Subte. Una de las tareas que se hacen en Nazca consiste en, por ejemplo, la limpieza y el mantenimiento de los acoples de las formaciones
Una vez que los trenes han sido desviados, sea a la cochera o a los talleres, llega el turno del mantenimiento de las vías. Un equipo Plasser&Theurer se desplaza, en esta oportunidad, para realizar tareas de bateo -redistribución de la piedra balasto bajo los durmientes para garantizar su correcto apoyo y anclaje- y alineación de las vías en la zona de la estación Congreso. En la computadora de control de la máquina, los operarios ingresan y controlan los parámetros técnicos que debe cumplir la vía. Así, se garantiza a los pasajeros una marcha segura y confortable de las formaciones durante el día.