Hace poco más de un año la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció, en su último discurso de apertura de sesiones del Congreso, la recreación de Ferrocarriles Argentinos como empresa madre del sistema ferroviario nacional. El proyecto de ley fue sancionado poco tiempo más tarde con el consenso y acompañamiento de todos los bloques mayoritarios, incluyendo al PRO –que dio su aval cuando se modificó un artículo para permitir la participación privada por cuenta propia en servicios de pasajeros–.
En los meses siguientes avanzó, no sin inconsistencias, el reemplazo de la marca “Trenes Argentinos” que había empleado el Ministerio del Interior y Transporte desde 2014 como paraguas de las empresas estatales por el clásico logo de Ferrocarriles Argentinos. La recuperación de la antigua identidad gráfica fue un evidente guiño a la nostalgia pero al mismo tiempo una declaración de intenciones sobre la recuperación del ferrocarril.
La Operadora Ferroviaria del Estado (SOFSE), la ADIF y Belgrano Cargas y Logística –que a pesar de su nombre no opera sólo en el Ferrocarril Belgrano– pasaron a ser dependencias de Ferrocarriles Argentinos y a utilizar su marca con la correspondiente bajada “Operadora Ferroviaria”, “Infraestructura Ferroviaria” o “Cargas y Logística”.
Se configuró así, en estructura pero también en marca, un modelo análogo al que emplean la Deutsche Bahn con sus filiales o la SNCF francesa –SNCF Mobilités y SNCF Réseau–, cuyo proceso de reunificación de operación e infraestructura en una misma empresa fue precisamente inspiración expresa de la nueva ley de Ferrocarriles Argentinos aprobada por el Congreso.
Sin embargo, por causas que se desconocen, a poco tiempo de asumir las nuevas autoridades de las empresas ferroviarias el uso de la marca Ferrocarriles Argentinos comenzó a ser revertido.
La ADIF fue la primera: aunque nunca había hecho una adopción totalmente coherente del nuevo nombre su ex titular Ariel Franetovich fue pionero en emplear el nombre y logo de Ferrocarriles Argentinos Infraestructura Ferroviaria. El cambio fue deshecho. Hoy en día aquella cuenta de Twitter –que se declara inactiva– y el sitio web de la empresa dicen “Administración de Infraestructuras Ferroviarias”.
Más drástico es el caso de la Operadora Ferroviaria del Estado, acaso la cara del Estado en materia ferroviaria para millones de pasajeros. La ex SOFSE ya empleaba el nombre y logotipo Ferrocarriles Argentinos en cartelería, horarios y otra información institucional desde el último trimestre de 2015. Aquí también fue abandonado de la noche a la mañana, sin comunicación oficial ni razones claras, por el nombre “Operadora Ferroviaria”.
Cabe recordar que los nombres de ADIF y SOFSE son apenas heredados de la ley de Reordenamiento Ferroviario de 2008, un texto de épocas de Ricardo Jaime que pretendió copiar en las apariencias el modelo español sin ponerlo en práctica. Aquel mismo modelo de separación estricta de operación e infrastructura está seriamente criticado en España y fue el que Francia reemplazó al reunificar la SNCF. En aquel momento la cuestión ferroviaria estaba fuera de agenda y la ley, aparecida entre gallos y medianoche, no hizo más que reflejar la falta de rumbo del gobierno al respecto.
Los inocuos y genéricos “Administración de Infraestructuras Ferroviarias” y “Sociedad Operadora Ferroviaria” fueron fruto de la improvisación. El nombre de Ferrocarriles Argentinos, en cambio, fue recuperado en medio de anécdotas nostálgicas de los legisladores, un impulso ambicioso al modo ferroviario por parte de la gestión de Florencio Randazzo y la alegría expresa de los trabajadores ferroviarios.
Queda esperar que el abandono intempestivo de la marca Ferrocarriles Argentinos no sea, también, una declaración de intenciones.