Semanas atrás un auditor español contratado por Subterráneos de Buenos Aires recorrió la línea B de punta a punta para verificar el estado de la instalación de la catenaria rígida realizada por la cuestionada empresa Luis Carlos Zonis.
El diagnóstico dejó un resultado poco tranquilizador para la Ciudad: hay tramos puntuales en los que la catenaria estaba mal instalada y debía ser reparada para permitir su correcto funcionamiento. Los sectores en que el auditor español detectó las irregularidades fueron justamente aquellos donde se habían advertido inconvenientes con la altura el pasado año: los entrepisos de Tronador y Los Incas.
Un ingeniero con experiencia en Subte explicó a este medio que: “En una vía mal mantenida, pésimamente mantenida como la del subterráneo, no asentada sobre hormigón sino sobre balasto, la catenaria flexible funciona bien. También el tercer riel, al estar amurado a los durmientes, sigue las ondulaciones e imperfecciones de la vía y no genera problemas de contacto”. En cambio, podría traer inconvenientes la combinación de catenaria rígida con vías sobre balasto, algo que SBASE ahora quiere extender a la línea E, que cuenta con las mismas características.
“Durante las pruebas ya se rompieron tres pantógrafos de los CAF 6000, que chocaron con las catenarias. Esto se debe a que las catenarias nuevas no están bien instaladas”, testimonió el delegado Jorge Pisani a Diario Z.
No sólo la catenaria dio problemas en esos puntos, sino que finalmente se procedió a bajar la altura de la vía unos pocos centímetros gracias a tareas de bateado y alineación. Tal era una de las soluciones que, según anticipó este medio hace ya un año, barajaba SBASE para poner a funcionar los coches madrileños.
La problemática de la altura, si bien no era insalvable, fue advertida públicamente por este medio y largamente ignorada por la Ciudad, quien por medio de los voceros de SBASE se limitó durante meses a afirmar que la incorporación de los CAF 6000 no sufriría ningún tipo de contratiempos y se lograría para el primer trimestre de este año, algo que como se sabe no ocurrió.
A las tareas de adecuación de la catenaria rígida, cuya instalación se completó apenas meses atrás con un costo cercano a los 15 millones de dólares, hay que sumar los contratiempos en las obras de subestaciones, cableado y puesta a tierra sin las cuales los CAF 6000 tampoco podrán correr en la línea B.
Como señaló este medio semanas atrás, el estado actual de la instalación eléctrica sólo permite la circulación de una sola formación de la serie 6000 a la vez. Por tanto, es preciso que finalicen esas obras para que al menos un tren de los catorce que se compraron pueda salir a brindar servicio regular, aunque acabe siendo varios meses después de lo prometido.
La opinión pública, tras el retorno al horario de cierre habitual, demanda cada vez más visiblemente la puesta en funcionamiento de los prometidos y demorados trenes. SBASE tiene grandes problemas a nivel de comunicación para explicar las demoras, justamente porque su estrategia fue, durante el último año, negar la existencia de todo contratiempo, aún cuando los mismos eran más que evidentes.