El Gobierno de la Ciudad y de la Nación trabajan en conjunto desde hace algunos meses para desarrollar un nuevo emprendimiento inmobiliario al que bautizan como “un nuevo Catalinas”, ubicado en el predio delimitado por las avenidas Eduardo Madero, Antártida Argentina, Cecilia Grierson y San Martín.
Resulta que el perímetro del emprendimiento coincide en todo con la conocida playa ferroviaria “Empalme Norte”, que es utilizada en la actualidad por el transporte ferroviario de cargas y que permite la vinculación entre los ferrocarriles Mitre, Sarmiento y Roca y de estos con el Puerto de Buenos Aires. De hecho, los coches eléctricos CSR para las líneas Roca y Sarmiento –de arribo reciente– fueron trasladados a sus respectivos destinos utilizando el Empalme Norte.
Las apetencias del sector inmobiliario sobre esos terrenos ferroviarios se explican gracias a su privilegiada ubicación, frente a Catalinas Norte y a pocos metros de Puerto Madero, y a su interesante superficie para desarrollos comerciales de todo tipo.
Según explicó a este medio un empleado de la Administración General de Puertos –que pidió reserva de identidad–, “con la nueva gestión metieron a la AGP unas quince personas que no saben nada de puertos ni de comercio exterior. Lo primero que hicieron fue investigar qué terrenos tiene AGP sobre toda la línea paralela a los docks de Puerto Madero donde están las playas de estacionamiento y las vías”.
El ente encargado de gestionar la venta de las tierras será la Corporación Antiguo Puerto Madero, integrada por funcionarios designados por los gobiernos nacional y porteño. La corporación se había quedado prácticamente sin razón de ser cuando algunos años se concretó la venta de los últimos terrenos disponibles en el barrio más joven de la Ciudad. Desde entonces, en el mundo inmobiliario se comentaba la posibilidad de buscarle nuevos horizontes, como la apertura de los terrenos de la Villa 31 al capital privado.
Según explica el gobierno porteño, la venta de la playa ferroviaria dejaría al Estado unos 150 millones de dólares, que sumados a un crédito de 340 millones otorgado por la Corporación Andina de Fomento, servirían para financiar la construcción de la largamente demorada Autopista Ribereña, que vinculará la Illia con la Buenos Aires – La Plata.
Sin embargo, aún no está claro cómo se reemplazará la conexión ferroviaria que el nuevo desarrollo inmobiliario interrumpirá. Una de las opciones sería sumar vías al proyecto de la Ribereña, mientras que otra posibilidad sería que los trenes de carga circulen por las vías de la RER (Red de Expreso Regional), una vez que esta se construya.
En todo caso, el proyecto cuenta con un antecedente no muy lejano en el tiempo: el que pesó sobre el área de Retiro durante la década del 90, cuando se intentó promover allí un gigantesco proyecto inmobiliario aprovechando los terrenos de las parrillas ferroviarias, la zona portuaria y hasta las propias estaciones terminales (Retiro Mitre, por ejemplo, se convertiría en un gigantesco centro comercial).